Trasplante de médula
El trasplante de médula o, siendo más precisos, el trasplante de progenitores hematopoyéticos, es un tratamiento que consiste en la sustitución de la médula ósea que no funciona, o está dañada debido al tratamiento de una enfermedad, por una médula ósea sana de un donante o del propio paciente.
Vidas salvadas
Es el único tratamiento curativo para algunas enfermedades como las leucemias agudas, los síndromes mielodisplásicos de mal pronóstico y algunas enfermedades raras de la médula ósea y puede mejorar la supervivencia de pacientes con otras muchas enfermedades. Desde hace casi 60 años se han realizado más de un millón de trasplantes que han salvado numerosas vidas.
Red de donantes
El trasplante puede ser autólogo (con células del propio paciente) o alogénico (con células de otra persona). Tradicionalmente se han utilizado hermanos 100% compatibles como donantes, pero menos de un tercio de los pacientes que necesitan un trasplante tienen un hermano compatible. Gracias a la aparición de los registros de donantes, con más de 30 millones de voluntarios en todo el mundo, y los bancos públicos de cordón umbilical, comenzaron a utilizarse donantes no emparentados. Además, desde hace unos años se recurre a donantes familiares haploidénticos (compatibles al 50%), situación que comparten los pacientes con sus padres, sus hijos y el 50% de sus hermanos. Todo esto ha permitido que prácticamente todos los pacientes que precisan un trasplante tengan un donante y el 80% dispongan de él en menos de 3 meses.
Inmunosupresión
Los pacientes sometidos a trasplante hemopoyético de un donante, como todos los trasplantados, necesitan tratamiento inmunosupresor para que el trasplante sea estable y las células del donante no ataquen de manera excesiva al receptor. A diferencia de otros trasplantes, el tratamiento inmunosupresor no se tiene que mantener de por vida.