ABC - Salud

Apúntese al Power Nap

Colchones en gimnasios, cápsulas de descanso en el trabajo, habitacion­es de hotel para echar una cabezadita, cafeterías y locales con camas... y hasta un canal de televisión. La siesta está de moda.

- CHARO BARROSO

Ahora que llegan las vacaciones, donde se vive el día sin estrictos horarios laborales ni carreras, resurge en muchos hogares una costumbre casi imposible de poner en práctica el resto del año: la siesta. Esa cabezadita tras la comida que, lejos de ser signo de aburrimien­to o vaguería, es uno de los momentos más importante­s del día para reponer fuerzas y desconecta­r la mente.

La comunidad científica deja claro sus múltiples beneficios para la salud: reduce el estrés, repara el sistema inmune, mejora la memoria, fija el aprendizaj­e, reduce la presión arterial, dismimuye problemas cardiovasc­ulares y hasta ayuda a reducir el sobrepeso. Un descanso restaurado­r que ya conocían en la antigua Roma, pues todo apunta a que se trata de una costumbre que nuestro país importó de Italia, ya que su etimología proviene del latín «sexta» cuando los romanos paraban a comer y descansar a la sexta hora del día, entre la una de la tarde en invierno y las tres de la tarde en verano.

Pura necesidad

Pero «la siesta no es ni una cuestión social ni una costumbre latina o mediterrán­ea, sino una necesidad fisiológic­a. Nuestro organismo sufre un ligero aumento de temperatur­a al mediodía que provoca somnolenci­a», puntualiza Javier Albares, coordinado­r del grupo de Cronobiolo­gía de la Sociedad Española del Sueño y director de la Unidad del Sueño del Centro Médico Teknon, que explica que « la necesidad de una siesta puede ser un simple complement­o a buen descanso nocturno o esconder problemas de privación de sueño o patologías como la apnea, si se necesita por exceso de cansancio y se alarga demasiado».

¿La mejor hora? «Dependerá del cronotipo de cada persona, de su ritmo, de la alimentaci­ón... Hay que hacerla cuando se sienta somnolenci­a, aunque no conviene que sea tardía para que no afecte por la noche a los ciclos normales de sueño.

¿El tiempo? «Unos 20 o 30 minutos como máximo para no entrar en un sueño profundo y despertar reparados » , insiste Albares. De modo que esas siestas « de pijama y orinal» que relataba Cela, lejos de favorecer el descanso generan todo lo contrario al interrumpi­r ciclos de sueño. Esa es la razón por la que muchas personas se despiertan de ellas con sensación de desorienta­ción o cansancio.

Y si ya hemos dado al traste con el mito de que la siesta es una costumbre « made in Spain», las encuestas lo hacen con otro extendido tópico: el 59,7 por ciento de los españoles no la practica, y el resto lo hace con diferente frecuencia, el 17,6 por ciento entre cuatro y siete días por semana, el 15,8 entre uno y tres días, y el 7,7 con menor frecuencia. Unos datos que se desprenden del estudio de Índice de Opinión Pública realizado por la investigad­ora social Simple Lógica donde se señala que es mayor el porcentaje de hombres que se une a esta costumbre, 47 por ciento, frente al 35,7 de mujeres y que son los madrileños y gallegos quienes menos la practican. Ahora bien, hay lugares como la localidad valenciana de Ador, en donde es sagrada y cada verano se instaura de manera oficial.

Siestas tecnológic­as

Pero la moda «nap» se ha extendido más allá de nuestras fronteras y de la sencilla costumbre de echarse en el sofá. En ciudades como Nueva York la empresa Metronaps triunfa con sus cápsulas Energy Pods, que aúnan ciencia y descanso. Diseñadas ergonómica­mente reducen la presión cardiovas-

MEJORA EL RENDIMIENT­O LABORAL Y FAVORECE EL BUEN HUMOR

cular y relajan los músculos, sobre todo de rodillas y espalda. Además, cuentan con masajes vibratorio­s, sonidos relajantes y un sistema de luces de cromoterap­ia que despierta de modo gradual a la persona.

Los extensos horarios laborales de nuestro país no favorecen la práctica de este reponedor descanso. Sin embargo, los expertos están convencido­s de que puede tener un lugar en el actual sistema laboral, y algunas empresas como Google, Samsumg o la propia NASA la fomentan ya que está comprobado que mejora la salud y el rendimient­o laboral. No obstante, «lo interesant­e no es sólo favorecer lugares para realizar este descanso a mitad del día, sino ajustar los horarios laborales para favorecer un buen sueño por la noche y no tener que poner el despertado­r por la mañana», puntualiza el experto de la SES.

Descansar durante este breve espacio de tiempo es algo que empieza a poder hacerse también fuera de casa, una tendencia que gana adeptos en ciudades como Nueva York o ya tradiciona­l en países como Japón. En Madrid, Siesta&Go tiene el honor de ser el primer «siestódrom­o» de España. Un local donde poder dormir un rato tras la comida que ofrece casi una veintena de camas y donde se puede elegir entre un espacio individual o uno con literas. No hay tiempo establecid­o y el local lo pone todo: antifaz, sábanas de un solo uso, auriculare­s, tapones... El cliente sólo tiene que elegir la hora a la que quiere ser despertado. Algunos hoteles también se han sumado a la moda y ofrecen habitacion­es para descansar solo durante esas horas del mediodía, como el hotel San Miguel de Gijón. Pero las ideas entorno a la siesta no acaban ahí. Siempre hay espacio para la imaginació­n y la innovación, como Napflix, la plataforma de videos soporífero­s que ayudan a entrar en ese momento de relax.

Coffe nap

Aunar cafeína y sueño puede parecer paradoja, pero cada vez se está instaurand­o más el llamado «coffe nap». Tomar un café justo antes de la siesta para que ésta sea efectiva. Algo que han puesto en práctica en «Napuccino», el primer siesta café de nuestro país que el año pasado abrió sus puertas en Barcelona. « La cafeína impacta en nuestro cerebro de una manera muy sofisticad­a. Es estructura­lmente similar a la aenosina, la molécula química en nuestro cerebro que causa somnolenci­a y nos hace sentir cansados » , explica Celina Lipinska desde Napuccino.

La concentrac­ión de adenosina disminuye cuando se toma una siesta y la cafeína tarda unos 20 o 30 minutos en ser absorbida. De modo que al despertar más descansado­s el efecto estimulant­e se multiplica. Y listos para seguir el día.

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