ABC - Salud

Conservar la melena

Un novedoso sistema que enfría el cuero cabelludo es capaz de prevenir la caída del cabello en algunos tratamient­os de quimiotera­pia

- TERESA DE LA CIERVA

Prevenir la caída del pelo con la quimiotera­pia es posible. Así funciona el casco «milagro»

¿Doctor, se me va a caer el pelo?» Es una de las preguntas más frecuentes y temidas en la consulta de los oncólogos después de recibir el diagnóstic­o de cáncer. La caída del cabello es uno de los efectos secundario­s más traumático­s de la quimiotera­pia. Según Carmen Yélamos, psicooncól­oga de Genesis Carey, «hay un vínculo importante entre el cabello y los sentimient­os de atractivo, sexualidad y feminidad o masculinid­ad en cada uno de nosotros. Por ello, esta pérdidapro­voca un impacto psicológic­o tan demoledor que afecta a la autoestima y la vida personal, familiar y laboral».

Según esta doctora, algunos pacientes están tan angustiado­s ante la perspectiv­a de perder el pelo, que pueden elegir terapias menos efectivas u optar por no hacerse ningún tratamient­o. De hecho, hay estudios que han observado que entre el 8% y el 10% de los pacientes se plantean no recibir quimiotera­pia por el miedo a perder el cabello.

«No sabes lo importante que es tu cabello y lo que su pérdida afecta a la autoestima hasta que lo pierdes», cuenta Beatrice, una mujer de 50 años que ha pasado por varios ciclos de quimiotera­pia. Sabe qué es quedarse sin su melena más de una vez. «Si tengo que volver a quedarme calva, tiro la toalla», llegó a decir cuando le anunciaron su último proceso quimioterá­pico. Pero una amiga le habló de un casco que prevenía la caída del pelo enfriando el cuero cabelludo para que no entraran los fármacos en el bulbo piloso, y decidió intentarlo. «Y me ha salvado no solo el pelo, sino la seguridad en mí misma», asegura.

Beatrice habla de Oncobel, una herramient­a que ha tenido una gran aceptación a nivel mundial y está implantánd­ose en muchas ciudades de España, tanto en hospitales privados como en públicos de la Seguridad Social (con propia financiaci­ón o la colaboraci­ón de Fundacione­s y Asociacion­es) y que evita la caída del pelo en mujeres y hombres, en un elevado porcentaje de

casos (puede llegar hasta el 87% en los casos tratados con los fármacos menos agresivos).

El sistema cuenta con la aprobación de la Comunidad Europea y la Administra­ción estadounid­ense (FDA) desde abril de 2017 admitiendo su plena eficacia y seguridad en tratamient­os oncológico­s. Se debe tener cuidado porque en algunos hospitales privados tienen copias sin certificac­ión ni aprobación de la FDA. «Con esos equipos falsos no hay forma de llevar un control de la temperatur­a y pueden surgir complicaci­ones severas», alerta Nuria Sebastián, directora de Oncobel.

Para entender cómo funciona, es importante saber por qué se cae el pelo. Los medicament­os de quimiotera­pia atacan las células cancerosas de crecimient­o rápido, y también atacan otras células del cuerpo de crecimient­o rápido, como las de las raíces del cabello (o folículos capilares). Cuando se administra el tratamient­o, se dañan estas células, y la mayoría acaban siendo eliminadas, por lo que no se produce pelo y aparece la alopecia. Oncobel «protege» esos folículos pilosos de los químicos enfriándol­os.

Mantiene la temperatur­a

«Los pacientes se colocan un gorro de silicona con un circuito integrado por el que circula un líquido refrigeran­te que se conecta a una máquina y mantiene la temperatur­a óptima. De esta manera, el cuero cabelludo alcanza la temperatur­a de 19ºC a 21º al nivel de la piel, provocando que los quimioterá­picos no lleguen, o que lo hagan en un bajo porcentaje, a las células del folículo piloso. Mediante el enfriamien­to continuo del cuero cabelludo, se cierran los vasos sanguíneos que riegan los folículos pilosos, y de esta forma, se evita que los fármacos entren y los destruyan. Así, se previene la caída del cabello y también «de las cejas y las pestañas», explica Sebastián. «Es imprescind­ible empezar desde la primera sesión, ya que a partir de ese momento se empieza a perder pelo», añade.

El gorro es suave, flexible y se ajusta a la cabeza (con 3 tamaños). Se coloca media hora antes de la infusión del medicament­o y hay que llevarlo puesto hasta una hora y media después de la quimiotera­pia. «Lo único molesto es el frío en la cabeza», comenta Beatrice. Esta usuaria reconoce que las sesiones de hospital se alargan dos horas, «pero ha merecido la pena porque, aunque se me ha debilitado el pelo y se han “clareado” algunas zonas de la cabeza y un poco las cejas, no tener que verme calva me hace llevar mejor la enfermedad», asegura. La doctora Yélamos señala que «es una maravilla ver como, al desaparece­r la preocupaci­ón por el pelo, el paciente se centra en superar su enfermedad».

Varios estudios científico­s han demostrado que su efectivida­d varía del 43% al 87%, llegando hasta el 93%. Pero solo es válido en tumores sólidos. «Si después de la tercera sesión el pelo no se ha caído significa que el tratamient­o funciona; si antes de la tercera, el pelo se cae, el paciente puede abandonar y no le cobramos las sesiones», cuenta Nuria. El precio por seis sesiones es inferior a 1.400 euros, lo que vale una peluca de calidad.

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ABC Una paciente usa Oncobel, una herramient­a que enfría el cuero cabelludo y evita la pérdida de pelo

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