ALIMENTOS como aliados
Alimentos aliados
Aceite de oliva, legumbres, pescado... el mejor menú: dieta mediterránea
Las investigaciones científicas no dejan lugar a duda de la relación existente entre una buena nutrición y la prevención de enfermedades. También el cáncer de mama. A primeros de este mes se publicaba un trabajo de científicos de la Escuela de Medicina Wake Forest que hace crecer la esperanza. Descubrieron, en primates, que la glándula mamaria tiene un microbioma que puede verse afectado por la dieta. Compararon los efectos sobre el tejido mamario de la dieta occidental frente a una dieta mediterránea y demostraron que la segunda provocó un aumento de hasta diez veces del lactobacilo de la glándula mamaria, que en estudios preclínicos disminuyó el crecimiento de estos tumores. Esta investigación confirma los beneficios de las dietas por la que apuestan los oncólogos. «Ha sido claramente demostrado con el estudio epiGEICAM que la dieta mediterránea que contiene pescado, vegetales, legumbres, patatas, frutas y aceite reduce el riesgo de cáncer de mama hasta en un 30% y que es especialmente importante frente a tumores triple negativos, los más agresivos y de peor diagnóstico», señala Ana Santaballa, jefa del Servicio de Oncología de la SEOM quien señala que, en el extremo opuesto están las dietas con alto consumo de productos grasos, carne procesada, dulces, bebidas calóricas y pocos cereales ya que se asocian a un mayor riesgo de cáncer de mama.
QUÉ Y CÓMO LO COMEMOS
Rocío Fonseca, oncóloga y especialista en nutrición puntualiza que «no podemos hablar de nutrientes, alimentos o dietas que por sí solas tengan el poder de prevenir una enfermedad que depende de múltiples factores. Tampoco podemos decir que exista para curar el cáncer. Podemos aprender a comer para ganar en salud, para soportar mejor los tratamientos, para una mejor recuperación, pero la alimentación es un pilar más del tratamiento oncológico, no sustituye la eficacia demostrada científicamente de tratamientos antineoplásicos». No obstante, precisa que «la única dieta que ha demostrado mediante ensayos clínicos en personas que es capaz de prevenir el cáncer de mama es la mediterránea. En ella importa no sólo lo que comemos sino cómo lo preparamos; es recomendable optar por técnicas saludables como al horno, vapor, plancha... dejando a un lado técnicas menos saludables como la fritura».
Jordina Casademunt, de la unidad de Nutrición y Dietética del Instituto Oncológico de Barcelona (IOB) insiste en la importancia de elegir buenos carbohidratos ricos en fibras como los vegetales, frutas y cereales in-
tegrales. Así como consumir legumbres entre 3 o 4 veces a la semana y limitar el consumo de azúcares y carbohidratos simples como la pasta, el arroz, harinas blancas o productos endulzados. «Cada vez existe mayor evidencia de que la vía de la insulina puede estar involucrada en la carcinogénesis mamaria».
¿DEJAR LOS ESPÁRRAGOS?
Una nueva investigación del Instituto Cambridge del «Cancer Research UK» señala que la reducción del aminoácido asparagina hace que la propagación de las células cancerosas de la mama a otros órganos se detenga. «La asparagina es un aminoácido que podría estar relacionado con la capacidad de diseminación de algunos tumores, pero es una asparagina producida por el propio tumor. Se encuentra presente en concentraciones más elevadas en alimentos como espárragos, soja, lácteos, aves de corral y mariscos, pero recomendar una dieta restrictiva de estos alimentos no es una práctica necesaria pues aún no existen evidencias en ensayos clínicos en personas», señala Rocío Fonseca. Opinión con la que coincide Santaballa: «Es aventurado recomendar de forma tajante su limitación».
NUTRICIÓN EN TRATAMIENTO
La nutrición también es importante durante las distintas fases de la enfermedad. En la «Guía de nutrición para pacientes de cáncer de mama localizado y avanzado», elaborada por Novartis Oncology con el aval de la SEOM o el Grupo GEICAM, se establecen interesantes pautas. Ante la pérdida de apetito o falta de energía lo mejor es tomar alimentos energéticos como pasta o arroz integral, frutos secos, fruta en almíbar y enriquecer los platos con huevo duro, legumbres, queso rallado, pollo... Hay que evitar alimentos desnatados o bajos en calorías y los alimentos azucarados. Para las naúseas y/o vómitos, evitar alimentos con sabor u olor intenso y tomarlos a temperatura ambiente o fríos. Además, consumir alimentos secos como pan tostado, galletas, cereales... Para la alteración del gusto (sabor metálico) y el olfato se recomienda potenciar los sabores dulces con salsa de frutas o bechamel, y evitar las carnes rojas por su sabor metálico, así como alimentos con olores fuertes. Un truco: usar cubiertos de plástico. Para la irritación de boca o heridas, enriquecer las comidas con proteínas como las claras de huevo o el queso rallado para acelerar la recuperación. Son solo algunos de los consejos de una guía pensada
para enfermos de cáncer.