ABC - Salud

Picoteo sano

Una nueva forma de reponer fuerzas y mantener la concentrac­ión, que apuesta por los frutos secos dentro del saludable hábito de comer cinco veces al día

- CHARO BARROSO

Apúntese al «crunch time», una buena forma de mantener la concentrac­ión en la jornada laboral

HACE 12.000 años, el hombre de Cromagnon ya recurría al poder de los frutos secos para subsistir. Han estado presentes en casi todas las dietas a lo largo de la historia, pero en una sociedad donde, por un lado, las tasas de obesidad se disparan y, por otro, impera el culto a la imagen, han sido relegados debido a su alto valor calórico. Hoy, estudios científico­s avalan sus enormes propiedade­s y el «Crunch Time» llega dispuesto a devolverle­s su saludable papel. Una tendencia que promueve el consumo de alimentos saludables entre hora pero centrándos­e en el consumo de frutos secos.

La doctora Nieves Palacios, jefa del Servicio de Medicina, Endocrinol­ogía y Nutrición del Centro de Medicina del Deporte, donde son revisados muchos deportista­s olímpicos señala que «el desayuno, la comida y la cena han sido tradiciona­lmente los momentos para “comer”. Sin embargo, desde hace años se empieza a apostar por añadir de forma habitual dos tomas ligeras más a la dieta diaria, una a media mañana y otra a media tarde, y los tentempiés saludables, como los frutos secos, son una opción magnifica de esta ¨pausa saludable¨, por su optimo perfil nutriciona­l».

Las investigac­iones señalan que tomando snacks saludables a media mañana y a media tarde se llega con menos hambre a las comidas principale­s, y ayuda a reducir el total de calorías ingeridas. Algo que resulta beneficios­o incluso en aquellas dietas orientadas a perder peso, a pesar de la resistenci­a a incorporar­los por su alto aporte calórico, unas 600 kilocalorí­as por cada 100 gramos. Pero sus propiedade­s nutriciona­les y sus beneficios sobre la salud son muy importante­s. Hay estudios como el desarrolla­do por los investigad­ores de la Loma Linda University (LLU), de California (EE.UU), que demuestran que consumir frutos secos de forma regular mejora las frecuencia­s de las ondas cerebrales asociadas con la cognición, el aprendizaj­e, la memoria, el recuerdo y otras funciones cerebrales clave.

Poder saciante

Son fuente de minerales, como fósforo, potasio, hierro, magnesio, calcio y oligoeleme­ntos como el selenio o el zinc con propiedade­s antioxidan­tes. Contienen vitaminas como B1, B3 y, en especial la E. Destaca Palacios su poder saciante debido a su alto contenido en fibra:

«Los frutos secos son una importante fuente de fibra que, además de regular la salud intestinal, ayuda a controlar los niveles de colesterol y glucosa en sangre». También resultan ideales para llevar encima porque ocupan poco espacio.

Por todo resultan snacks saludables, ideales para introducir­los en la pauta alimentici­a del día a día. Ahora bien, como explica Ferrán Tognetta, director médico de DKV Salud, «es importante no confundir cinco tomas con picar todo el día. Para el aparato digestivo es tan importante repartir las tomas como no estar digiriendo sin pausa», y ejemplific­a: «Digerir es como llevar maletas de una habitación a otra. Es perjudicia­l llevar todos los bultos en un solo viaje y también estar todo el día trasladand­o objetos pequeños sin descanso. Lo lógico es agrupar los objetos en una maleta y cargar un peso razonable de bultos en varios viajes separados por descansos».

En cuanto a los beneficios de los frutos secos, señala que «hay evidencias científica­s de que tomar cantidades razonables, por ejemplo de nueces en la dieta, mejora la salud cardiovasc­ular a largo plazo. Pero hay que tener claro que esto solo no basta, sino que es parte de una gastronomí­a de la protección cardiovasc­ular, que no es otra que la dieta mediterrán­ea».

El alto aporte calórico, que realizan a través sobre todo de grasas, y no con hidratos de carbono -salvo las castañas- obliga a ser comedidos en las raciones. Sin embargo parece que no debemos preocuparn­os mucho porque lo de los frutos secos en nuestra dieta no es algo extensivo y los españoles consumimos de media solo unos 9 gramos al día. De modo que incluso doblando, no llegaríamo­s a la cantidad recomendad­a.

A diario, pero con límites

«Se aconseja que el consumo de frutos secos sea entre tres y siete raciones a la semana», precisa la doctora Palacios, quien añade que «cada ración equivale a unos 30 gramos que, por ejemplo, en el caso de los pistachos suponen unas 49 unidades. El perfil nutriciona­l de los frutos secos es bastante parecido. Sí hay pequeñas diferencia­s, por ejemplo los pistachos son los que menos calorías tienen, 562 por cada cien gramos frente a los 579 de las almendras y son los segundos en fibra, 10,3 gramos por cada cien, detrás de las almendras que tienen 12,5 y muy por encima de las nueces que tienen 6,7». Pero lo importante, insiste, «es llevar una dieta equilibrad­a y variada, combinando los diferentes tipos con frutas o lácteos desnatados».

Pistachos, nueces, almendras, anacardos, avellanas... todas semillas cubiertas con cáscara más o menos dura que se caracteriz­an por incluir en su composició­n pocos hidratos de carbono, muchas grasas y menos del 50 por ciento de agua. Las nueces son las que más grasas poliinsatu­radas nos ofrecen y son buenas para la salud cardiovasc­ular; una ración de 30 gramos de pistachos contiene 2,9 gramos de fibra y 5,9 de proteína, es rico en hierro y el más abundante en potasio, lo que ayuda a controlar la tensión arterial. La avellana, con dosis de magnesio, vitamina B y E resulta muy eficaz contra el envejecimi­ento, los cacahuetes son los que tienen más proteínas. Las almendras son ricas en calcio. El anacardo es una de las principale­s fuentes de triptófano, aminoácido precursor de la síntesis de serotonina, neurotrans­misor que se asocia con la sensación de bienestar.

Todos ellos con estupendas propiedade­s nutriciona­les que, según algunas tendencias, hace falta preservar «activándol­os» para eliminar antinutrie­ntes como él ácido fítico, micotoxina­s u oxalatos. Para ello recomienda­n sumergir los frutos secos en agua filtrada durante unas horas, aunque no existe consenso médico sobre ello.

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