GRASAS BUENAS
Aunque durante décadas la grasa estuvo demonizada, no podemos vivir sin ella. La clave está en saber elegir los alimentos para que el resultado sea una dieta equilibrada
La dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva virgen extra es más efectiva en la prevención de enfermedades cardiovasculares graves y no conduce a un aumento de peso, en comparación con una alimentación baja en grasas. Nueces, avellanas y almendras son un sano picoteo para reducir el riesgo cardiovascular y de obesidad.
Con dos raciones de pescado azul a la semana podemos adquirir la cantidad necesaria de ácidos grasos esenciales omega 3 para mantener un buen estado de salud. urante décadas la grasa de la dieta estuvo demonizada. No importaba de qué tipo fuera ni se valoraban las cualidades nutricionales de los alimentos que la contenían. Había que evitarla a toda costa porque se la relacionaba directamente con obesidad y enfermedad cardiovascular. Pero de unos años a esta parte algunas grasas han empezado a disfrutar su indulto y el foco se ha empezado a poner en el azúcar. No solo por las conclusiones de estudios recientes, sino porque en 2016 supimos, por una investigación publicada en la revista científica « JAMA Internal Medicine», de los esfuerzos de la industria azucarera en los años 60 por señalar a la grasa como principal culpable, al mismo tiempo que se minimizaba la incidencia del azúcar en estas enfermedades.
DDiversos estudios han asociado el consumo de lácteos con menor incidencia de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y obesidad.
Tampoco es que ahora haya barra libre, porque no todas las grasas son recomendables, pero existen las saludables y su inclusión en una dieta equilibrada ni favorece el aumento de peso ni incrementa el riesgo cardiovascular. Todo lo contrario. Predimed, el mayor estudio hasta la fecha sobre dieta mediterránea, publicado en «New England Journal of Medicine» concluyó que este patrón alimentario, suplementado con aceite de oliva virgen o frutos secos como las nueces, avellanas y almendras, es más eficaz que las dietas bajas en grasas de todo tipo recomendadas para prevenir patologías cardiovasculares.
El consumo de lípidos saludables tampoco afecta a la báscula. Seguir una dieta mediterránea sin restricción calórica y rica en grasas vegetales como el aceite de oliva virgen extra o frutos secos no conduce a un aumento de peso significativo en comparación con una dieta baja en grasa. Esta es la principal conclusión de un amplio estudio aleatorizado que publicó en 2016 la revista «The Lancet Diabetes & Endocrinology». La evidencia científica reciente sugiere que el contenido total de grasa no es una medida útil de los daños o beneficios de los alimentos, sino que el énfasis debe estar en comer más calorías procedentes de frutas, frutos secos, verduras, legumbres, pescado, yogur, aceite de oliva virgen extra, y granos integrales mínimamente procesados; y un menor número de calorías procedentes de alimentos altamente procesados ricos en almidón, azúcar, sal o grasas trans.
Necesaria para vivir
La grasa, junto a los carbohidratos y las proteínas, es uno de los macronutrientes esenciales. «La grasa es importante, no hay que eliminarla de la dieta, pero sí consumir el mínimo posible de la menos saludables. Hay ácido grasos esenciales que nuestro cuerpo no fabrica y hay que tomarlos con la dieta. Además, la grasa vehicula vitaminas como la A, la D, E y K; es necesaria para la formación de hormonas y de las membranas de las células que sostienen las vísceras en su sitio, y da palatabilidad a los alimentos. Una dieta sin grasa sería incomestible», explica la doctora Marisa Calle, coordinadora del Programa de Alimentación y Salud de la Fundación Española del Corazón (Pasfec). De la misma opi