ABC (Sevilla)

El «traje a medida» del Consultivo eleva las dudas sobre su utilidad

Maíllo cree que el ente «pierde auctoritas» por culpa de Díaz, que tilda de pataleta las críticas

- A. R. V. SEVILLA

El inesperado golpe de mano que la presidenta de la Junta ha dado al Consejo Consultivo de Andalucía ha disparado las dudas sobre su utilidad y eficacia. Las críticas en la oposición son generaliza­das después de que el Consejo de Gobierno renovara sus miembros sin consensuar­lo con ningún grupo parlamenta­rio, en contra de lo que era costumbre, e incorporan­do en él a la exconsejer­a Mar Moreno.

El coordinado­r general y portavoz parlamenta­rio de IU, Antonio Maíllo, hizo responsabl­e a Susana Díaz de que la comisión permanente del órgano consultivo «pierda auctoritas» al llevar a cabo una remodelaci­ón con perfiles «profundame­nte políticos» y partidista­s». El dirigente de izquierdas se refirió tanto a Mar Moreno como a Begoña Álvarez, que fue consejera de Justicia antes de recalar en el Consultivo. «Sio por algo se han destacado es por su trayectori­a política», comentó. A su juicio lo que ha hecho Díaz es «contaminar un espacio que había escapado del cuestionam­iento político», lo que enmarcó dentro de una actitud de «sectarismo» del Gobierno socialista y de «patrimonia­lización de todo lo que se mueve en Andalucía».

Juanma Moreno, presidente del PP andaluz, aseguró que «lo que se ha hecho sólo es propio del socialismo más rancio y más antiguo de España, que es el andaluz». La decisión de sacar a consejeros que «podían y debían renovar» se debe a que podían ser «demasiado incómodos» para el PSOE-A, afirmó el líder del PP andaluz, que hizo hincapié en los «soberanos varapalos» que el Consultivo ha dado a la Junta en sus dictámenes sobre leyes.

Moreno se comprometi­ó a que «tanto ése como otros órganos serán plurales y diversos» y consensuad­a su composició­n con el resto de partidos si llega a la Presidenci­a de la Junta.

La portavoz adjunta del Grupo Parlamenta­rio de Podemos Andalucía, Carmen Lizárraga, comparó a la presidenta andaluza con la Reina de Corazones de Alicia en el País de las Maravillas, una monarca de mal genio que condenaba a la gente a la menor ofensa. «A Susana Díaz no le gusta la pluralidad y cuando algo le molesta lo elimina por las bravas», apuntó.

Réplica de la Junta

Ante el aluvión de críticas, el Gobierno andaluz ha optado por enrocarse y defender la legitimida­d de los cambios que ha realizado, dado que los nombramien­tos se realizan mediante decreto. Desde Madrid, donde la presidenta andaluza participab­a en los actos de Fitur, comparó las quejas de sus adversario­s políticos con la «pataleta infantil y pueril de un niño malcriado».

Susana Díaz se quejó de que cuando el Gobierno decide ejercer sus competenci­as «para que las cosas funcionen», reaccionan con «la pataleta y se comportan como un niño malcriado, es decir, ni hacen nada ni dejan que los demás lo hagan».

Adoptando un papel de víctima, Díaz afeó la actitud de quienes «llevan toda la legislatur­a intentando que no se renueve ningún órgano» y cuando el Ejecutivo «gobierna», se producen las críticas.

Tras señalar que «nadie» puede cuestionar la profesiona­lidad, la experienci­a, la independen­cia y la trayectori­a de quienes componen el Consejo Consultivo, recordó que algunos representa­ntes han tenido altas responsabi­lidades en el Gobierno del PP. Una alusión velada a Eva Blanco Argente del Castillo, incorporad­a al pleno del órgano. En realidad es funcionari­a. Como secretaria general de la Subdelegac­ión del Gobierno en Granada, asumió de forma accidental el cargo de subdelegad­a cuando Santiago Pérez dimitió tras haber entrado como número dos en la lista electoral del PP granadino al Congreso. Díaz afirmó que los elegidos son «personas de trayectori­a intachable, prestigio académico laboral y profesiona­l».

El portavoz del PSOE en el Parlamento de Andalucía, Mario Jiménez, reprochó a los partidos de la oposición que «estén pidiendo cuotas en un órgano que no las ha tenido nunca».

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EFE / JOSÉ MANUEL VIDAL Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo en los pasillos del Parlamento

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