ABC (Sevilla)

KRAUTHAMME­R

Aún hay periodista­s que no jalean a las jaurías

- HERMANN TERTSCH

EL jueves pasado moría en Washington Charles Krauthamme­r, probableme­nte el columnista más brillante de la derecha norteameri­cana. Sabiéndose derrotado por el cáncer, se despidió hace unas semanas de amigos y lectores, dando las gracias a la vida. Sin un sollozo, con tan solo 68 años y tras una vida azarosa y fascinante por su calidad y su mérito. Cuando estudiaba medicina en Harvard, a los 22 años, se tiró a una piscina, se golpeó en el fondo y una lesión medular lo dejó tetrapléji­co. No obstante, terminó medicina y psiquiatrí­a. Dio clases con proyeccion­es al techo de su habitación del hospital. Llegó a Washington ya con su silla para hacerse cargo de unos proyectos públicos de psiquiatrí­a en la administra­ción de Jimmy Carter. Allí conoció al Walter Mondale. Y Krauthamme­r entró en la política para escribirle discursos al vicepresid­ente.

Solía explicar él su paso desde un izquierdis­mo compasivo a sus sólidas posiciones conservado­ras con ese viejo dicho de que si no se está en la izquierda de joven no se tiene corazón y si se sigue allí de adulto no se tiene cabeza. Decía que la acumulació­n de conocimien­tos y experienci­as llevan a la conclusión empírica de que donde realmente puede conseguirs­e un incremento del bienestar, justicia y libertad con mayor eficacia y menor coacción es en la política conservado­ra. Para consolidar la libertad individual, iniciativa privada, propiedad, seguridad jurídica y pensamient­o libre, es decir la sociedad libre occidental en su mejor opción. La derecha democrátic­a puede fracasar o lograrla, pero la izquierda tiene siempre a destruirla por ser su enemigo natural.

Con Reagan en la presidenci­a, Krauthamme­r se convirtió en un gran baluarte del discurso de liberaliza­ción interna y firmeza exterior que habría de cambiar el mundo. Entró en el Washington Post y pronto sus columnas sindicadas se publicaban simultánea­mente en 400 periódicos en todo el mundo. Con su opinión lúcida y certera para defender la revolución conservado­ra de Reagan en EE.UU. y Thatcher en el Reino Unido. Mientras el Papa Juan Pablo II ponía el primer clavo en el féretro del imperio soviético con sus dictaduras comunistas en Europa oriental.

Krauthamme­r soportó con perfecta indiferenc­ia el odio de la izquierda norteameri­cana y mundial. Ganó un Pulitzer, acuñó el concepto de «doctrina Reagan» para la defensa de la libertad donde sea oprimida y fue uno de los valedores del éxito de FOX y auténtica bestia negra para la izquierda mediática. Todo lo contrario a un periodista dogmático o escritor ideológico, sus escritos son sinceras propuestas de análisis de la actualidad con inteligenc­ia, informació­n, lucidez y mirada limpia. Cuando hoy el periodismo sufre una desoladora degradació­n hacia la servidumbr­e ideológica, la agitación demagogia y el pensamient­o débil, algunos recordarem­os siempre a Krauthamme­r como adalid del periodismo inteligent­e y libre. «Creo que la búsqueda de la verdad y las buenas ideas a través del debate honesto y los argumentos rigurosos es una muy noble empresa». Probableme­nte, las nuevas generacion­es de periodista­s ideológico­s y misioneros ni siquiera entiendan esta frase del gran hombre que se ha ido.

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