«Hicimos 28 pruebas de edad a chicos que decían ser menores. Solo una fue positiva»
Si la persona que llega de una forma ilegal al país es menor de edad, la Junta de Andalucía se hará cargo de su situación hasta que cumpla la mayoría, facilitándole todos los derechos y servicios de cualquier otro ciudadano desde un lugar de acogida. Por el contrario, si es mayor de edad, hay un riesgo muy elevado de ser deportado. Por esto, en muchos casos los inmigrantes afirman al llegar que son menores. En ese momento, en Málaga, se les lleva al hospital Materno Infantil, donde se les somete a una prueba oseométrica que con un estrecho margen revela la edad de esa persona. «Es muy efectiva entre los 14 y 18 años. Hay una horquilla por la cual se evalúa y el fiscal siempre se acoge a la posible edad más baja», explica García-Herrera, radiólogo que hace la prueba. La evaluación consiste en hacer una radiografía de la mano y de la muñeca, que hasta los 18 años está en formación y a partir de esa edad ya no sufre cambios. En base a un patrón de crecimiento estandarizado se mira el estadio de formación ósea en el que está la mano y la muñeca. Es la forma en la que se determina cuál es la edad del sujeto. «Esta prueba se usa también para trastornos del crecimiento, por ejemplo», apunta García-Herrera, que primero mira la formación de los huesos de la muñeca, luego los del dorso de la mano y, finalmente, comprueba la evolución de las falanges y sus conexiones, comparando con las imágenes estandarizadas. «Hace unos días hicimos 28 pruebas y sólo una correspondió a un menor», señala el radiólogo. Los chicos llegan custodiados por la Policía Nacional, que les ha hecho una ficha identificativa con la que se les puede abrir un expediente en el hospital. Pasan una consulta médica, se le hace la prueba oseométrica. En base a la misma, se determina si el menor es protegido por la administración o, si no lo es, pasa a formar parte del protocolo establecido para cada caso.