Macron pide sancionar a los países miembros que no acojan inmigrantes
∑ El presidente francés propone crear centros «cerrados» para sin papeles en Europa
Emmanuel Macron expuso a Pedro Sánchez la versión francesa del proyecto franco-alemán de emergencia para combatir la crisis continental de la inmigración. En una comida de trabajo, ayer sábado, en el Elíseo, el presidente francés consiguió el apoyo confirmado por el presidente del Gobierno español a unas iniciativas teóricas todavía necesitadas de mayor concertación y matización práctica, institucional, policial, jurídica, económica.
Macron recibió a Sánchez ocho días después que Christophe Castaner, Delegado general de La República En Marcha (LREM), comenzase a coordinar la próxima campaña de las elecciones europeas con Matteo Renzi, expresidente del Consejo italiano, y Albert Rivera, presidente de Ciudadanos.
Macron repitió a Sánchez las grandes líneas de la ultrateórica y muy reciente Declaración de Meseberg, firmada por el presidente francés y la canciller alemana, Angela Merkel, concebida para intentar evitar una crisis gubernamental alemana, sofocar la crisis de la inmigración y «relanzar» una empantanada Unión Europea (UE).
En la comida, de poco más de una hora, Macron repitió sin modificar los tres pilares del acuerdo franco-alemán destinado a combatir la crisis de la inmigración: «Apoyo y cooperación con los países de origen y tránsito», «refuerzo de las fronteras comunes», «sistema común de asilo que permita asegurar políticas equilibradas de responsabilidad y solidaridad».
Macron avanzó un proyecto francés «compartido por Alemania»: crear «centro cerrados» para migrantes en suelo europeo «con garantías humanitarias de Naciones Unidas y financieras de la UE, repartidos por todo el territorio europeo».
Apoyo absoluto de Sánchez
El primer ministro español insistió en el apoyo absoluto de su Gobierno a la declaración franco-alemana, apoyando «con entusiasmo» el proyecto más personal del presidente francés de crear «centros cerrados» para inmigrantes ilegales, con dinero europeo.
Desde la óptica francesa, el eufemismo de «centros cerrados» debieran facilitar el internamiento provisional de inmigrantes ilegales, a la espera de ser expulsados hacia sus países de origen. Los centros también podrían acoger «provisionalmente» a los inmigrantes llegados de manera «intempestiva», a la manera del «Aquarius», acogidos «según el derecho humanitario internacional», en los puertos más próximos, cosa que no ha ocurrido con el «Aquarius», que Córcega estaba dispuesta a recibir.
«No podemos tener países que se beneficien de forma masiva de la solidaridad de la Unión Europea y presuman de egoísmo cuando se trata de temas migratorios», ha subrayado Macron en la rueda de prensa posterior al encuentro con Pedro Sánchez. La «penalización» eventual de los miembros de la UE que renegasen de la acogida plantea problemas incendiarios, que Macron y Sánchez no llegaron a abordar en público.
¿Quién, cuándo y dónde se decidirá la creación de esos centros cerrados que debieran ser una solución «rápida y eficaz»? Macron se apresuró a subrayar que, en principio, se trata de iniciativas que deberán estudiar el resto de los aliados europeos. Sánchez apoya de manera aparentemente incondicional la declaración franco- alemana y el proyecto más personal del presidente francés. Está por ver como reaccionarán Italia, Austria, Hungría, entre otros miembros de la UE.
Presentado por el presidente francés, el proyecto de creación de «centros cerrados» debiera ser financiado por la UE… tema igualmente vidrioso. Quedan en suspenso las cuestiones sensibles: «¿Quién paga qué, cuándo, dónde..?».
El presidente francés visitará Madrid y Lisboa a finales de julio, con el mismo fin de buscar apoyos para sus proyectos de reformas europeas, esperando una «colaboración fructífera», por la que ayer brindó ofreciendo a Sánchez y su equipo un menú real: Alcachofas con foie, trufas y aceite de nuez; rodaballo con olivas de Nyons; y quesos. Se sirvió uno de los vinos más famosos de Francia, Puligny Montrachet (2013), seguido de un Chateau Pavie (2004) y un champagne Drappier (2012).
«No podemos tener países, beneficiarios de la solidaridad de la UE, presumiendo de egoísmo»