Con el 12 a la espalda

«Estoy deshecho. Me han robado el bombo y las boinas». Hace un año que a Manuel Cáceres Artesero (San Carlos del Valle, Ciudad Real, 1949) se le vino el mundo encima cuando le abrieron el coche y le quitaron el apellido. Porque desde 1979, Cáceres es «Manolo el del bombo», el más fiel hincha de la selección española de fútbol que, si no se pone malo, no se pierde desde entonces un partido del equipo nacional, así llueva, truene o haga un calor infernal o el partido sea en el último confín del continente o el planeta. Así que si hablamos de hacer propaganda y dar ánimos hasta el último aliento, Manolo es casi un símbolo en España, uno de los españoles más famosos que ha hecho incombustible su entusiasmo.

Empezó de camarero pero luego abrió un bar en Valencia, que es casi un museo de la selección en el que conserva recuerdos e imágenes de cuatro décadas dándole al mazo y a ese canto silábico que suena a fútbol en blanco y negro: «ES-PA-ÑA» y tres mazazos al bombo. Ahora Manolo tiene hasta página web y cierta cobertura de la Federación Española y de algún patrocinador para costearse viajes y alojamientos, nada que ver con los 15.000 kilómetros que hizo en autoestop durante el Mundial de España. Y es famoso, tan famoso que la gente acude al bar a hacerse fotos con él, dándole la vuelta a la tortilla porque antes era Manolo el que buscaba retratarse con Don Juan Carlos o Nelson Mandela, por ejemplo.

Unos días después del robo, ocurrido en los alrededores del estadio de La Condomina, en Murcia, el bombo aparecía en Madrid junto al Cuartel General de la Armada, a unos metros de la tan futbolera Cibeles. A los dos minutos el Twitter de la Policía informaba a su legión de seguidores: «Ya hemos recuperado el bombo de Manolo gracias a la colaboración ciudadana». Ahora el bombo está en Rusia con Manolo, un tándem de diez mundiales.