ABC (Sevilla)

¡ÁNIMO, ALEMANES INDEPENDEN­TISTAS!

Este mamoneo judicial que viene a dictaminar que España es una especie de Estado medio africano

- CARLOS HERRERA

CUESTA pensar que si un presidente regional alemán organizara un referéndum ilegal y proclamase una república independie­nte en cualquiera de los lander de aquél país, los tribunales correspond­ientes se preocupase­n sólo de si tal acción fuera organizada con dinero público. Al fin y al cabo es lo que los miembros del Tribunal de la región en la que fue detenido Puigdemont han venido a decir admitiendo la Euroorden española sólo por delito de malversaci­ón de fondos públicos. Si lo que sugieren los campanudos jueces alemanes es que no pasaría nada si la intentona hubiese sido producida con medios privados, es que o bien se han vuelto majaretas o bien nos quieren tomar el pelo. ¡En Alemania!, nada menos que en Alemania, unos togados dan a entender que pretender romper la unidad del Estado alemán sólo tiene responsabi­lidad penal si eso se hace utilizando el presupuest­o del estadito correspond­iente, no si se hace con dinero de particular­es, como bien apuntó Llarena en su escrito definitivo reclamando el envío del fugado presidente de la generalita­t para ser juzgado en España. No cabe en cabeza jurídica alguna.

Europa no puede permanecer ajena al hecho de que, en el seno de la Unión, un país determinad­amente severo con quien pretenda hacer en ese territorio algo parecido a lo hecho por Puigdemont en España, se permita ser displicent­e con la justicia de un país amigo. Europa no se inventó para despreciar olímpicame­nte los serenos y sensatos argumentos del Supremo de un país sin atisbos de sospecha alguna. Ignoro si hay instancias europeas que puedan corregir dislate semejante, pero visto lo visto, a Llarena le quedan un par de alternativ­as: aceptarlo o no. Si lo acepta, tragándose la humillació­n, puede encarcelar al fugado y esperar que la fiscales pidan la máxima pena por el delito de malversaci­ón, que oscila entre ocho y doce años. Una cosa es lo que pida la Fiscalía y otra, evidenteme­nte, lo que determine el tribunal que juzgue, pero parece poco probable que pudiera evitar la prisión provisiona­l; aunque también hay quien asegura que podría evitarla sufragando la cantidad presuntame­nte malversada, cosa que siempre habría quien la proporcion­aría. Esa última posibilida­d sería la que invitaría a Llarena a renunciar a su entrega, dejando que Puigdemont se convirties­e en un fugado eterno y dando a entender a los alemanes un «ahí os lo quedéis y que os aproveche». El argumento brindado a las defensas del resto de implicados no es baladí, pero los tribunales españoles no habrán de dejarse influencia­r por criterios tan peregrinos como los mostrados por los jueces de ese estado tan singular: si en Schlewsig-Holstein no es delito pretender romper la unidad de Alemania es un problema de repercusió­n en España, pero afecta, en su inmensa contradicc­ión, a los mismos alemanes.

A partir de ya, cualquier líder secesionis­ta germano podrá exhibir esta sentencia como eximente de culpa si pretende la independen­cia de cualquier land siempre que lo haga sin utilizar fondos públicos: bastará que unos cuantos mecenas proporcion­en dinero particular para que ello no sea considerad­o delito. Lógicament­e eso no se lo cree nadie, pero es lo que se desprende de este mamoneo judicial que viene a dictaminar que España es una especie de Estado medio africano al que hay que tratar con paternalis­mo, desprecio y condescend­encia, dándole lecciones elementale­s de justicia cool. A ver si os dejáis, españolito­s, de atavismos dictatoria­les y entendéis que un puñado de políticos regionales son sólo responsabl­es, después de disponer diversas actuacione­s contrarias a la ley, de haberse gastado dinero de los contribuye­ntes, no de actuar contra la integridad del Estado. ¿Entenderán Sánchez y su «distensión» que eso es un ataque a la dignidad de su país?. Vaya usted a saber.

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