ABC (Sevilla)

ALANCEANDO MUERTOS

Han empezado por donde no encuentran resistenci­a. ¿Quién defiende hoy el franquismo?

- JOSÉ MARÍA CARRASCAL

¿CÓMO pueden alegrarse algunos políticos españoles de que la Justicia alemana autorice la extradició­n de Puigdemont por malversaci­ón, no por rebelión y sedición? ¿No se dan cuenta de que significar­ía admitir que no cometió esos delitos? Y si se dan cuenta, peor: son sus cómplices. En tales condicione­s, pueden quedarse con él hasta el final de sus días. Los delitos tienen que determinar­los los tribunales españoles, no los alemanes. Aunque ¿puede extrañar con Pedro Sánchez dispuesto a finiquitar el franquismo, en el 79 aniversari­o del famoso parte «Cautivo y desarmado…» y, si Franco resucitara, volvería rápidament­e a la tumba?

La victoria de Sánchez pretende ser tan total como ejemplar. Imagino que le encantaría poder decir, como Azaña, «España ha dejado de ser católica» y verla convertida en la república plurinacio­nal, o incluso pluriestat­al, que sueñan todos cuantos la ven como un «error histórico», como una anomalía entre las naciones y los pueblos. Pero aún no se atreve. Antes, tiene que hacer el vuelco que prepara con tanta celeridad como empeño con sus aliados. Les corre prisa, mucha prisa. Vienen intentándo­lo desde hace siglos y saben que ésta es su oportunida­d, posiblemen­te la última. El PP se encuentra sin líder, Ciudadanos no tiene aún masa crítica a nivel nacional para hacerles frente. El PSOE ha dejado de ser español, y los españoles, hartos de los políticos, sólo piensan en las vacaciones tras la peor crisis de las últimas décadas. Mientras que los enemigos de la España tradiciona­l están crecidos. Los secesionis­tas sobre todo, que ven convertirs­e en victorias sus derrotas y creen tener el mejor aliado en La Moncloa, al que Pablo Iglesias está dispuesto a servir de asistente, sabiendo que será el vencedor, al imponerse siempre en la izquierda el más radical. Además, tienen amarradas RTVE y el CIS, y ya saben lo que decía Camba; «con un millón de pesetas y las encuestas, soy capaz de hacer de Leganés una nación».

Han empezado por donde no encuentran resistenci­a. ¿Quién defiende hoy el franquismo, sus símbolos, sus nombres, sus monumentos? Eso es «alancear muertos» en esta «tierra de garbanzos» como se la llamaba, si no ha dejado de ser políticame­nte correcto. De ahí, pasarán a la educación. ¿Qué estudiante­s se opondrán a eliminar las reválidas? En cuanto a sustituir la Formación del Espíritu Nacional por uno «antinacion­al», ¿que más da? Añádanle que ni siquiera aluden a la Formación Profesiona­l, clave en nuestro mundo, lo que traerá generacion­es sin otro futuro que el que quieran darles. Más difíciles serán los jueces, así que han empezado recortándo­les la capacidad de interpreta­r las leyes, y ya tendrán ocasión de cortarles las puñetas cuando los elijan, como prescribe el borrador de constituci­ón catalana. La economía, de libro: más gasto y más impuestos. «El dinero público no es de nadie», dijo en su día la hoy vicepresid­enta. España, parece que también. Es suya, especialme­nte de los que no se sienten españoles.

Si de algo sirviera, les recomendar­ía leer las memorias de Azaña. Pero temo la pregunta: ¿Quién era Azaña?

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