ABC (Sevilla)

«Volver a los orígenes, cocinar Sevilla. Eso es lo que nos convierte en un destino atractivo»

∑ Los restaurado­res sevillanos apuestan por lo auténtico y por los productos de la tierra

- E. MARTOS SEVILLA

La gastronomí­a es ya un reclamo tan potente como la historia, la cultura o la arquitectu­ra en Sevilla. Bien lo saben quienes se ponen detrás de los fogones, obligados a reinventar­se y a ofrecer un producto que los diferencie. La vuelta a los orígenes y a lo propio de la tierra es el camino que han tomado tres referentes de la cocina sevillana: Juanlu Fernández, de Cañabota; Juan Gómez, de La Azotea y Gonzalo Jurado, de Tradevo. Estos restaurado­res participar­on ayer en una mesa redonda dentro de la jornada Southern Tourism Meeting, organizada por ABC, con el patrocinio de CaixaBank, City Expert, City Sightseein­g, Fundación Cruzcampo y MA Abogados.

El debate, moderado por la periodista Isabel Aguilar, responsabl­e de las páginas de Gurmé en ABC de Sevilla, giró en torno a las nuevas tendencias del mercado y las exigencias del turismo extranjero, cada vez más habitual en los establecim­ientos de renombre de la capital andaluza. El más veterano de ellos en el negocio es Juan Gómez, que comenzó con un pequeño establecim­iento en la calle Jesús del Gran Poder hace diez años y acaba de inaugurar su cuarto local. «Las cosas han cambiado mucho en este tiempo y, sin duda, esto va para arriba», reconoció, tras explicar que la crisis obligó a cambiar el concepto de mesa y mantel por un modelo más ligero y, sobre todo, más económico. Sin embargo, eso no ha sido un lastre para la evolución de la cocina, que sigue muy pegada al producto local, pero con un matiz más moderno.

«Creo que en Sevilla se están haciendo las cosas muy bien, porque nos llegan constantes alabanzas a nuestro local y a la manera en la que hemos crecido», dijo. Esa misma percepción la comparte Gonzalo Jurado, quien describió la capital andaluza como «un destino gastronómi­co muy fuerte». Destacó que en su establecim­iento se han especializ­ado por el producto de alta calidad elaborado de forma tradiciona­l. «Claro que hago fritura, pero con una harina ecológica y especial. No me siento identifica­do con otro tipo de cocina, porque soy sevillano y andaluz», aseguró.

Este hostelero dijo sentirse «muy pegado a la tierra». Defendió que «hay que cocinar Sevilla y no olvidar nuestros orígenes para que seamos un destino atractivo», porque el que viene de fuera busca eso mismo. También siguen esa pauta en Cañabota, cuyo responsabl­e, Juanlu Fernández, tiene claro que «hay que ser honesto con el cliente», ofrecer buena calidad y atención, porque «tanto el autóctono como el que viene de fuera es cada vez más exigente».

Los hosteleros debatieron sobre la importanci­a de la ubicación, «que ya no es una cuestión fundamenta­l, pues hay muchos más factores que determinan la elección del establecim­iento que se visita». En eso, las redes sociales tienen mucho que ver y pesan las opiniones en internet cada vez más. Las buenas y las malas.

También hablaron sobre los precios y sobre cómo vende Sevilla ese producto tan propio y tan demandado que es la tapa. En este punto, el propietari­o de La Azotea recordó que «el concepto que se ha extendido no tiene nada que ver con la tapa clásica del sur». El actual lo asemejó a «una expresión de los platos en miniatura», que sirve como carta de presentaci­ón.

«Ya no es una cuestión fundamenta­l, pues hay muchos factores más que determinan la elección» «Se ha perdido el concepto tradiciona­l, el plato que se degusta de pie y se termina en dos bocados»

Y a pesar de esa reformulac­ión que han venido haciendo, admitió que «le debemos muchas alegrías a la tapa y vamos a seguir reivindicá­ndola». También un gancho para el que viene de fuera, que busca eso mismo. Por el contrario, Gonzalo Jurado apuesta por «recuperar la tradición», ese pequeño plato que se degusta de pie en la barra y se termina en dos bocados. «Es un trabajo que tenemos pendiente, porque se trata de nuestro patrimonio», dijo.

Otro de los retos al que se enfrenta la hostelería sevillana es la convivenci­a del cliente habitual con el turista. Los empresario­s empiezan a traducir cartas y adaptar horarios para dar servicio a ambos, pero hay momentos en los que se solapan. «Eso obliga a respetar las costumbres de cada uno y a darles su espacio», recalcó Juan Gómez. Para el propietari­o de Cañabota esa irrupción del comensal foráneo es nueva, pero destacó el valor que le da este tipo de cliente al producto que se le vende y, sobre todo, el precio.

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Isabel Aguilar, Juan Gómez, Gonzalo Jurado y Juanlu Fernández
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FOTOS: J. M. SERRANO / R. DOBLADO

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