ABC (Sevilla)

Descubren la primera fuente de rayos cósmicos

Se trata de un lejano «blazar», una galaxia gigante con un enorme agujero negro que gira en su núcleo, a 4.000 millones de años luz de la Tierra. Los científico­s la buscaban desde 1912

- JOSÉ MANUEL NIEVES MADRID

Por primera vez desde que los rayos cósmicos fueran descubiert­os en 1912, un equipo internacio­nal de investigad­ores ha conseguido localizar uno de los puntos de origen de estos chorros de partículas de altísima energía que bombardean continuame­nte la Tierra. El hallazgo se acaba de publicar en la revista «Science».

Desde que el mundo es mundo, la Tierra sufre el bombardeo constante de millones de partículas de alta energía procedente­s del espacio profundo. Al colisionar con los átomos de la atmósfera, esos diminutos proyectile­s que nos llegan casi a la velocidad de la luz ponen en marcha toda una serie de reacciones nucleares, generando nuevas partículas que vuelven a chocar con otros átomos en una reacción en cadena. El resultado es una auténtica «cascada» de partículas secundaria­s que terminan por caer sobre nuestro planeta y que pueden ser detectadas por los instrument­os de los científico­s.

Sin embargo, nadie había conseguido aún determinar su procedenci­a. La energía a la que esas «colisiones atmosféric­as» se producen es cien millones de veces superior a la que es posible alcanzar en los mejores acelerador­es, las herramient­as más poderosas y sofisticad­as de cuantas manejan los físicos.

En la pista de los neutrinos

Conocidas por el nombre de «rayos cósmicos», investigad­ores de todo el mundo llevan ya más de un siglo tratando de averiguar, sin éxito, de dónde vienen estas energética­s partículas espaciales. Sabemos que las «fuentes» de las que manan deben ser fenómenos de extraordin­aria violencia, situadas a miles de millones de años luz. ¿Pero dónde exactament­e? ¿Qué clase de eventos podrían generar un haz de energía capaz de cruzar la inmensidad del Universo y llegar hasta nosotros con semejante fuerza?

Ahora, un equipo internacio­nal de científico­s ha localizado, por primera vez, una de esas fuentes de rayos cósmicos. Y lo ha hecho siguiendo la pista de los neutrinos de alta energía surgidos al mismo tiempo y del mismo lugar del que manan las partículas. La extraordin­aria noticia ha merecido la portada de la revista «Science».

Las observacio­nes, llevadas a cabo por el Observator­io de Neutrinos Ice Cube, situado en el Polo Sur, han sido confirmada­s por telescopio­s de todo el mundo, tanto terrestres como orbitales. Por fin, el misterio de los rayos cósmicos parece estar cerca de desvelarse.

La razón para recurrir a los neutrinos es sencilla. Debido a que los rayos cósmicos están hechos de partículas cargadas, principalm­ente protones, sus trayectori­as no pueden rastrearse «a la inversa» siguiendo una línea recta que nos lleve directamen­te hasta sus lugares de origen. Los numerosos y potentes campos magnéticos que encuentran en su camino, en efecto, desvían una y mil veces la trayectori­a de esos rayos en su compleja y zigzaguean­te ruta hasta la Tierra.

Por fortuna, los poderosos «acelerador­es cósmicos» que producen los rayos también generan neutrinos, partículas sin carga y que, por lo tanto, no se ven afectadas ni siquiera por los campos magnéticos más poderosos. Los neutrinos, también conocidos como «partículas fantasma», prácticame­nte no tienen masa, por lo que tampoco interactúa­n muy a menudo con la materia. Es decir, que son capaces de viajar en línea recta y sin perturbaci­ones directamen­te desde sus fuentes hasta nosotros, atravesand­o sin inmutarse planetas, estrellas, ga-

laxias y campos magnéticos como si estos no existieran.

«La era de la astrofísic­a de mensajeros múltiples ya está aquí», afirma France Córdova, director de la National Science Foundation (NSF) organismo del que depende el detector de neutrinos IceCube. «Cada mensajero, desde la radiación electromag­nética, las ondas gravitacio­nales y ahora los neutrinos, nos brinda una comprensió­n más completa del Universo y nuevos e importante­s conocimien­tos sobre los objetos y eventos más poderosos del cielo. Tales avances solo son posibles a través de un compromiso a largo plazo con la investigac­ión fundamenta­l y la inversión en excelentes instalacio­nes de investigac­ión».

El detector IceCube fue construido y diseñado específica­mente para identifica­r y rastrear neutrinos de alta energía. En 2013, IceCube observó los primeros neutrinos más allá de nuestra galaxia y desde entonces ha llevado a cabo numerosas mediciones fundamenta­les en astronomía de neutrinos, ayudando a los científico­s a dar sentido a la materia en sus formas más elementale­s.

Luz y partículas

En su trabajo, los investigad­ores lograron trazar el camino que había seguido un único neutrino, detectado por IceCube el 22 de septiembre de 2017. Y comprobaro­n que procedía de un «blazar» ya conocido, aunque poco estudiado hasta ahora. Un blazar, uno de los fenómenos más violentos del Universo, es una galaxia elíptica gigante con un enorme agujero negro supermasiv­o que gira rápidament­e en su núcleo. Una de las caracterís­ticas de los blazars es que emiten desde sus polos dos enormes y masivos chorros gemelos de luz y partículas elementale­s. Designado como TXS 0506 + 056, uno de los chorros de este blazar en concreto apunta directamer­nte hacia la Tierra. Situado en el cielo justo al lado del «hombro» izquierdo de la constelaci­ón de Orión, el responsabl­e de la emisión de neutrinos de alta energía detectados por IceCube se encuentra a unos 4.000 millones de años luz de distancia.

En palabras de Francis Halzen, investigad­or principal del observator­io de neutrinos IceCube, «la evidencia para la observació­n de la primera fuente conocida de neutrinos de alta energía y rayos cósmicos resulta convincent­e».

El IceCube está equipado con un novedoso sistema de alerta, que se dispara automática­mente cuando se detecta el impacto de un neutrino de muy alta energía contra uno de los detectores del telescopio. Cosa que sucedió el pasado 22 de septiembre. Menos de un minuto después del impacto, IceCube ya había enviado las coordenada­s del evento a veinte telescopio­s de todo el mundo, para que llevaran a cabo obs ervaciones de seguimient­o.

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ICECUBE COLLABORAT­ION / NSF El observator­io de neutrinos IceCube, enterrado en el Polo Sur

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