Alianza entre la cleptocracia sandinista y el empresariado
En el amor y en la política, Daniel Ortega y Rosario Murillo, que conforman un curioso matrimonio, son el presidente y la vicepresidenta de Nicaragua. Uña y carne desde hace décadas, antes que políticos, Ortega y Murillo fueron integrantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), la guerrilla que combatió por erradicar la dinastía de los Somoza de Nicaragua y que actualmente es el partido político que ostenta el poder desde 2007.
A pesar de ser una organización socialista con fuerte inspiración en la Revolución Cubana, los varios años que ha pasado Ortega en el poder le ha generado una mayor cercanía con los empresarios, lo que le ha llevado a renunciar a muchas de sus ideas revolucionarias. Tanto es así que el sector privado ha mantenido una estrecha relación con él desde que retomó la presidencia en 2007. Desde entonces, la inversión extranjera en Nicaragua se ha casi triplicado, de acuerdo con el Banco Mundial, gracias a la buena sintonía de Ortega con el capitalismo. Así, Nicaragua será el segundo país de Centroamérica que más crecerá este año con un incremento estimado del 4,7%, según el Fondo Monetario Internacional. Esta relación cercana a los empresarios recuerda al clan de los Somoza bajo el que creció Ortega y que tanto luchó por erradicar.