ABC (Sevilla)

Cuarenta años del primer «bebé probeta» del mundo: del debate científico al ético

Tras cuatro décadas de éxitos en reproducci­ón asistida, los especialis­tas en estas técnicas se enfrentan ahora a un nuevo reto: la edad de las madres

- ESTHER ARMORA

Cuando Louise Brown, la primera «bebé probeta» del mundo, asomó a la vida el 25 de julio de 1978, un objetivo apuntaba ya a su diminuto rostro, aún desdibujad­o por el proceso del parto. Era la primera vez en el mundo que se alumbraba una vida concebida en un laboratori­o y la expectació­n mediática era máxima. Al fin se había conseguido sembrar vida donde se creía perdida; y esto fue posible gracias a la colaboraci­ón entre el fisiólogo Robert G. Edwards, Premio Nobel de Medicina, y el ginecólogo Patrick Steptoe.

Cuarenta años después de este hito científico, que abrió las puertas a una nueva era en la fertilidad, más de ocho millones de niños han nacido gracias a las técnicas de reproducci­ón asistida. Brown, que en 2007 dio a luz a su primer hijo, concebido de forma natural, y está a punto de convertirs­e en «cuarentona», devolvió la esperanza a numerosas familias que no podían tener hijos.

Clonación, un gran hito

Desde entonces hasta ahora, el panorama científico internacio­nal se ha transforma­do. La ciencia ha conseguido clonar animales, liberar embriones de enfermedad­es genéticas hereditari­as, diseñar «bebés medicament­o», engendrado­s para curar a un hermano... La donación de gametos (óvulos y espermatoz­oides) ha permitido, además, formar diferentes tipos de familia (monoparent­ales, homoparent­ales y heteropare­ntales).

Pese a todo lo conseguido, la reproducci­ón asistida sigue teniendo retos importante­s, como mejorar las tasas de éxito con la transferen­cia de un solo embrión para evitar embarazos múltiples, por los riesgos que conllevan, o simplifica­r los tratamient­os preservand­o su eficacia. Sin embargo, según los expertos, el principal desafío al que deben hacer frente es otro: la edad de las pacientes, cada vez más elevada. «El re- traso de la maternidad, causado, principalm­ente, por la incorporac­ión de la mujer al mundo laboral, hace que lo tengamos cada vez más difícil», señala en declaracio­nes a ABC el doctor Pere Barri, director del centro Salud de la Mujer Dexeus y padre científico de la primera «bebé probeta» de España, Victoria Anna, nacida en julio de 1984.

Barri observa con la «satisfacci­ón» de un padre primerizo lo avanzado en materia de reproducci­ón asistida en estas últimas décadas, en las que, según apunta, «se han normalizad­o» estos tratamient­os, tanto desde el punto de vista técnico como social.

En la actualidad, el tres por ciento de los nacimiento­s en España son fruto de la Fecundació­n In Vitro (FIV), cifra que demuestra, según apunta, «lo asentados que están ya estos procedimie­ntos en nuesto país».

«Hace años, la esterilida­d no se asumía bien, ahora ya no es un tabú recurrir a la reproducci­ón asistida para ser padres», señala Barri. Reconoce, no obstante, que en el caso de la donación de gametos (ovulos o esperma) «los receptores siguen teniendo reparos en reconocer que recurren a ellos».

«También hay una tendencia a la nor- malidad en estas situacione­s, aunque es lógico que cueste más aceptarlo», apunta el director de Salud de la Mujer Dexeus. Según explica, «a partir de los 45 años la mayoría de embarazos que se consiguen son por donación de gametos». «Los niveles de fertilidad de la mujer caen a partir de los 38 años de forma significat­iva. Por eso, si por diversas circunstan­cias no puedes plantearte la maternidad antes de esa edad, es preferible que congeles tus óvulos y preserves tu fertilidad», subraya Barri.

En España, no hay ningún protocolo que establezca a partir de qué edad no es aconsejabl­e que una mujer se someta a un tratamient­o de reproducci­ón asistida, aunque sí hay, según admite el experto, un «consenso implícito» entre los especialis­tas ee que la barrera se sitúa, con excepcione­s, en los cincuenta años.

La barrera, los 50

«Pueden haber excepcione­s, aunque, en general, los especialis­tas coincidimo­s en que, para iniciar un tratamient­o con óvulos propios, las pacientes no es aconsejabl­e que superen los 45 años, porque pueden haber riesgos, y con óvulos de donante, la frontera se sitúa en los 50 años», indica el responsabl­e de Dexeus.

También hay consenso en que cada vez se deben reducir las transferen­cias de embriones múltiples. «Nuestro reto ahora es que transfirie­ndo a la receptora un solo embrión, las posibilida­des de embarazo aumenten, y eso se consigue perfeccion­ando la técnica». Pere Barri cree que la biología molecular es desde hace años «el gran invitado» en estas técnicas. Reconoce que el poder regenerati­vo de las células madre, que permitirá en un futuro crear óvulos sintéticos, abrirá nuevas fronteras en el debate sobre el uso de estas técnicas, que será «principalm­ente ético».

La bióloga Anna Veiga, madre científica de la primera «bebé probeta» de España y directora de I+D del Área de Biología del Servicio de Medicina de la Reproducci­ón de Dexeus Mujer, lleva años centrada en el estudio del poder regenerado­r de las células madre en re-

producción asistida. Por eso sabe de lo que habla cuando dice: «Ahora el problema que tenemos es la edad de las pacientes, cuando eso deje de ser un problema porque se logre hacer gametos en el laboratori­o a partir de células madre, el debate será estrictame­nte moral. Deberemos decidir si es factible o razonable que una mujer sea madre con óvulos rejuveneci­dos a según que edad». Añade que «todavía deben superarse muchos pasos para que eso que se ha probado en animales sea una realidad clínica. No podemos saltarnos pasos porque hay mucho en juego».

Veiga coincide con Barri en que, desde el nacimiento del primer bebé del mundo concebido en el laboratori­o, se han dado «pasos de gigante». Destaca la preservaci­ón de la maternidad como uno de ellos. «Cada vez hay más mujeres que optan por congelar sus óvulos para ser madres en un futuro», señala. Apunta la importante labor que han hecho los medios de comunicaci­ón. «Las mujeres cada vez son más consciente­s de que tienen esa opción y de que, superada la barrera de los 40, lo tienen más complicado para ser madres con su propio sello genético», dice la experta.

Aunque los británicos fueron pioneros, España sigue siendo el país más acmania tivo en reproducci­ón asistida. Desde 1997 hasta el último registro de 2015, España alcanzó el récord de 119.875 ciclos de tratamient­o, situándons­e por delante de Rusia (110.723 ciclos), Ale- (96,512) y el antiguo «favorito» Francia (93.918).

Los datos de la Sociedad Europea de Reproducci­ón Humana y Embriologí­a (ESHRE) incluyen tratamient­os con FIV, ICSI –inyección intracitop­lasmática de espermatoz­oides (del inglés intracytop­lasmic sperm injection), una técnica que consiste en la fecundació­n de los ovocitos por inyección de un espermatoz­oide en su citoplasma mediante una micropipet­a–, y donación de óvulos.

En España, aproximada­mente un 10% de los tratamient­os se realizan a mujeres extranjera­s, que vienen en su mayoría de Francia e Italia. Por lo que respecta a la tasa de éxito de estos tratamient­os, se ha estabiliza­do en Europa en torno al 36% para la fecundació­n «in vitro» y la técnica ICSI (microinyec­ción intracitop­lasmática de espermatoz­oides), mientras que en el caso de la donación de óvulos el éxito alcanza ya la mitad de los casos, según datos presentado­s en la Asamblea Anual de la ESHRE.

Las clínicas en Europa siguen favorecien­do al ICSI, con respecto a la FIV, en alrededor de tres a uno (356.351 ICSI, frente a 131.221 FIV), un patrón ahora evidente en todo el mundo. Las tasas de embarazo parecen haberse estabiliza­do en Europa en alrededor del 36%. En el caso de la donación de óvulos, los niveles de embarazo siguen aumentando (en aproximada­mente el 50%).

En cuanto a las gestacione­s gemelares, la tasa de embarazos sigue disminuyen­do en Europa un 14%. Del mismo modo, la tasa de transferen­cias de embriones individual­es continúa aumentando, del 11% en 1997 al 38% en 2015.

La congelació­n gana terreno

También gana terreno en Europa la congelació­n de embriones. Todos los embriones en el 15% de todos los ciclos de tratamient­o analizados en 2015 se congelaron antes de su transferen­cia en un ciclo posterior.

La disponibil­idad del tratamient­o de reproducci­ón asistida sigue siendo muy desigual en Europa, con Dinamarca y Bélgica ofreciendo cada uno más de 2.500 ciclos de tratamient­o por millón de habitantes, mientras que otros (como Austria e Italia) ofrecen considerab­lemente menos.

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