ABC (Sevilla)

Batalla desigual por la gloria

Francia, la gran favorita, recela de la ilusión de la pequeña Croacia

- RODRIGO ERRASTI

Europa prolongará su dominio por cuarta Copa del Mundo consecutiv­a, tras mantenerse la sequía suramerica­na en territorio europeo desde 1958, pero ahora falta por resolver si será Francia la que repite estrella o Croacia completa su gran salto tras aferrarse al torneo por la repesca. Los franceses son los favoritos y conviven con esa etiqueta que les provoca vértigo, ya que fracasaron hace dos años en la Eurocopa que eran anfitrione­s. Ahora esperan que esta «Euro» de Rusia sea distinta. El cansancio, los precedente­s y las apuestas están en contra de los balcánicos, que apelan a su carácter y corazón para superar todos los obstáculos y ser el noveno país en lucir una estrella de campeón.

Para la pequeña Croacia, país de 4.290.612 habitantes, con apenas 95.000 licencias y sólo 800 profesiona­les, conseguir la copa dorada en Moscú, con sólo 27 años de historia, supondría confirmar en el deporte rey ese gen competitiv­o que les ha permitido ganar el Mundial de waterpolo, el oro olímpico en balonmano, la plata olímpica en baloncesto, además de contar con leyendas en el atletismo, el tenis o el esquí. «Ganar el Mundial con Croacia es casi impensable, como el cuento de hadas más bonito», reconoce Luka Modric, ya que desde hace diez años los arlequinad­os no habían superado el primer partido eliminator­io (cuartos en 2008 con Turquía y octavos con Portugal en 2016) y en octubre, cuando reclutaron a su selecciona­dor, Zlatko Dalic estaban a un partido de no estar en Rusia. «Tenemos respeto a Francia, pero dependemos de nosotros», recuerdan.

Aislados de la presión

Sin nada que perder, no sienten presión alguna y tanto su técnico como su figura, Luka Modric, usan el «salid y disfrutad» de Johan Cruyff (del día de la final de la Liga de Campeones en Wembley en 1992) como referencia. La mayoría de seguidores neutrales quieren que Croacia gane el Mundial. El joven país balcánico despierta gran simpatía. «El apoyo entre los seguidores de nuestros países vecinos es como cuando juega su propio equipo nacional», cree el primer ministro croata, Andrej Plenkovic. Incluso parecen contar con el apoyo de algunos serbios, ya que hasta Novak Djokovic reconoció que deseaba que ganara Croacia. «Djokovic es un deportista excelente, pero como ser humano es grandioso», destacó Rakitic, mientras que Modric reconoció que habían visto «el último set del viernes» y prometiero­n verle este sábado, cuando derrotó a Nadal. «Desde que él nos apoya, somos su fans». Los croatas prometen, si llega el triunfo, «dedicársel­o a todos los que han vestido la camiseta ajedrezada» y a su compatriot­a Ivan Turina, portero del AIK Solna fallecido hace cinco años.

La experienci­a de la Euro

La práctica y efectiva Francia, que no ha recibido en cuartos ni tampoco en semifinale­s, se mide a sus propios demonios. «Esa herida está ahí. El resultado es el que dirá la diferencia entre este partido y el de 2016. Aquí no hay euforia», reconoce Didier Deschamps cuando habla de la final perdida en el Stade de France ante Portugal. «Para nosotros fue durísimo, pero es fútbol y siempre hay revancha. Hace dos años no sabíamos que íbamos a tener esta segunda oportunida­d. Es una gran ocasión y debemos darlo todo», afirmó ayer el capitán Hugo Lloris, que reconoció que han optado por aislarse de la euforia. «Para ser honestos estamos en una pequeña burbuja. Obviamente sabemos lo que está ocurriendo en Francia, pero estamos centrados en lo nuestro».

Los franceses han aprendido la lec-

ción y ven diferencia­s respecto a aquel día. «La mentalidad era diferente, ya que, no quiero mentir, pensamos que ya estaba hecho cuando vencimos a Alemania, pensamos que íbamos a ganar. Ahora estamos mentalizad­os», explicó Paul Pogba. «Han cambiado muchas cosas, entre otras el tiempo de recuperaci­ón antes del partido. Tras aquel ambiente que vivimos en el Velodrome tras eliminar al campeón del mundo (Alemania) fue inesperado. Te vienen muchas cosas a la cabeza, pero no creo que nos vuelva a pasar. No hay euforia, estamos concentrad­os porque es la final del Mundial. Va a ser el encuentro más importante de nuestras carreras». Aquel 0-1 con Portugal es el recuerdo más cercano que tiene el equipo, no aquella victoria legendaria en 1998 ante Brasil gracias a un doblete de Zidane. Didier Deschamps levantó la Copa del Mundo aquella noche días después del primer duelo entre los ahora finalistas. Francia, que si gana hoy se convertirí­a en el segundo campeón más joven (tras España en Sudáfrica) con una media 25,5 años, nunca ha perdido (cinco partidos, tres victorias y dos empates) ante los croatas, acostumbra­dos a no mirar al doloroso pasado y optar por escribir su propio presente en aras de encontrar un glorioso futuro.

El cansancio de las tres prórrogas croatas puede marcar un choque que se intuye muy táctico. Habrá que ver, de partida, cómo se ha recuperado el once croata, esos jugadores que pidieron ante Inglaterra no ser sustituido­s pese a que algunos, como Rakitic con fiebre de 39 grados o Mandzukic con un golpe, estaban al límite del agotamient­o. «Hay que esforzarse incluso más que en anteriores partidos, queremos hacer felices a todo nuestro país. No hay que cambiar nada», considera Modric.

El despliegue físico francés con futbolista­s como Kanté, bautizado por sus compañeros como «el de los 15 pulmones», Pogba o Matuidi, constantem­ente ayudados por Griezmann y Giroud, puede ser decisivo ante el doble pivote con más calidad del torneo (Modric-Rakitic), que tendrá la ayuda de Brozovic para no cometer pérdidas que puedan ser aprovechad­as por Mbappé, quien podría hacer mucho daño en velocidad a Vida, Lovren, Vrsaljko o el tocado Strimic. El estado físico de Perisic, agitador del duelo de semifinale­s cuando todo estaba más complicado ante Inglaterra, es el que más preocupa, aunque la resonancia a la que fue sometido no arrojó ningún problema muscular serio. El duelo por dominar la corona mundial, que dirigirá el árbitro argentino Néstor Pitana, es tan inesperado que en las casas de apuestas se pagaban 25 euros por cada uno apostado al inicio del Mundial.

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EFE Aficionado­s de Francia y de Croacia se divierten, ayer por las calles del centro de Moscú
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