Dramática cogida de Paco Ureña
Sufrió un tremendo pitonazo junto al ojo en el saludo, pero aguanta y mata al toro
ANDRÉS AMORÓS
El terrible percance de Paco Ureña, que sufre una cornada junto al ojo, en el cuarto toro, y se empeña en seguir toreando, en un gesto de vergüenza torera, es la preocupante noticia. Las reses de Alcurrucén son desiguales de presentación y, en general, ofrecen dificultades. Ginés Marín corta un trofeo y Álvaro Lorenzo falla con los aceros.
Viene Paco Ureña de triunfar, rotundamente, en Murcia. Aguanta con firmeza las embestidas del primero, reservón; mata a la segunda. El cuarto, de salida, en una verónica de manos bajas, muy relajado, le da un pitonazo junto al ojo izquierdo, dejándolo cerrado, hinchado y morado, como el de un boxeador que ha recibido un terrible puñetazo y está al borde del KO. La estampa es realmente impresionante. A nuestra memoria han acudido muchos recuerdos trágicos. Se sobrepone, en una faena de mérito: ¡vaya gesto! Viendo con un solo ojo, falla, con la espada. Pasa a la enfermería y, de ahí, al Hospital General, a la consulta urgente del oftalmólogo.
En el segundo, saluda Sergio Aguilar. Brinda Álvaro Lorenzo al novillero catalán Abel Robles, que ha sufrido un ictus. El toro cinqueño es brusco y deslucido. Mata mal, a la cuarta. Logra buenos derechazos y emocionantes luquecinas en el quinto pero falla reiteradamente, con los aceros.
Ha sido peor de lo esperado la temporada de Ginés Marín. Yo sigo apostando por él. Luce su facilidad y estética en el tercero; lo ve muy claro, sacándole su buen fondo. (Sobran, para mí, las inevitables bernadinas). Mata atracándose de toro: oreja. El último saca muchas dificultades: no se amilana, en un trasteo emocionante, exponiendo mucho. Logra la estocada a la segunda.
Parte médico
Informa el doctor Masegosa, al final de la corrida, que el globo ocular de Paco Ureña está conservado, aunque el pitón ha llegado hasta él, pero que tiene la visión borrosa y un gran edema. El gesto de Paco Ureña ha sido heroico pero no sensato, por el retraso en ser atendido: debía haber pasado a la enfermería inmediatamente, como le recomendaba claramente Juan Diego, su apoderado. Confiemos en los médicos y recemos para que todo quede en un gran susto. A la hora de cerrar esta crónica, no hay más noticias.