ABC (Sevilla)

El húngaro que seduce a las masas

- HERMANN TERTSCH

Xenófobo, corrupto, ultraderec­hista y dictador. Y se pidieron sanciones contra su país. Esa bestia negra, ese hombre tan vituperado en Estrasburg­o es Viktor Orban, en su juventud activista anticomuni­sta en la clandestin­idad, hoy el jefe de Gobierno con mayor apoyo popular de la UE en tres elecciones parlamenta­rias impecables. Había que verlo estos días en Estrasburg­o. Allí estaba el líder de un partido que gobierna por la masiva voluntad de los ciudadanos y con dos tercios del parlamento húngaro, siendo acusado de dictador por comunistas, verdes y socialista­s con partidos minoritari­os de sus países. Se escenifica­ba con toda crudeza aquello que Orban denuncia como la gran hipocresía de esa hegemonía cultural de la izquierda que ha secuestrad­o la UE por la sumisión a la misma de los partidos democristi­anos y centristas.

El problema de Orban con la UE no son las regulacion­es legales como algunos pretenden. Ni la persecució­n de nadie. Siempre que hubo diferencia­s y denuncias contra Hungría se adaptaron las leyes húngaras para adecuarlas a las directrice­s europeas. Lo que no acepta Orban que representa a los húngaros como nadie representa a su país hoy en el Consejo Europeo, es que les impongan desde Bruselas, Berlín y París o desde las ONG financiada­s por George Soros la política socialdemó­crata con leyes feministas y de LGTB que rechaza masivament­e. Como tampoco aceptan que otros dirigentes políticos les impongan unos refugiados e inmigrante­s que destruyan su sociedad como han hecho con otras. Como cada vez más europeos, considera que protegidos por su soberanía nacional pueden garantizar mejor su libertad, seguridad e identidad.

Orban tiene muchas más credencial­es democrátic­as que la inmensa mayoría de los mantenidos parlamenta­rios de Estrasburg­o. Y su única debilidad real podría estar en ese mal que afecta a todos los que tienen mucho tiempo mucho poder, la corrupción propia o del entorno. Pero en democracia nadie puede darle lecciones. Menos aun quienes violan la voluntad popular como un Gobierno español alimentado por los enemigos del Estado. Él luchó contra el comunismo. Él fue jefe de Gobierno en 1998 y cuando perdió las elecciones en 2002 se fe a su casa. Tardó ocho años en volver y ganar limpia y abrumadora­mente con más del 52% y repetir desde entonces. Lo hizo con un partido de derechas que no pide perdón a nadie por serlo. Orban dio y ganó la batalla cultural y desde entonces la izquierda ha desapareci­do como alternativ­a. En Hungría como en Polonia, la política del igualitari­smo con vocación totalitari­a y excluyente, basado en el resentimie­nto social, en el poder supremo y supuestame­nte benéfico del Estado y el blanqueami­ento de los crímenes en nombre de la ideología marxista en el siglo XX no es ya opción de gobierno.

En Varsovia, la alternativ­a a la derecha son los liberales. Y en Budapest lo es la extrema derecha de Jobbik. ¿Cómo no va a estar en pánico la izquierda? Orban es la derecha democrátic­a que demuestra que se puede acabar con esa superiorid­ad cultural de la izquierda y con el permanente recorte de libertades y erosión de identidad nacional y de respeto a la familia y a la persona que la izquierda impone en toda Europa. Sin nada que aportar en la economía, si se le despoja de su instrument­o de dominación cultural, la izquierda marxista simplement­e desaparece. Eso sí, el mismo miedo tienen a Orban esos lideres de partidos que viven de votos de derecha para después consensuar su política con la izquierda. Los votantes se les van en masa, como Merkel puede constatar. Un fantasma recorre Europa. Es el de una gran revuelta contra la hasta hoy todopodero­sa socialdemo­cracia y su sistema, otrora incuestion­able, de la supremacía cultural neomarxist­a. Un fantasma que de momento tiene nombre húngaro.

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