ABC (Sevilla)

«En España hemos convertido en héroes a verdaderos chorizos»

∑ El periodista debuta en la ficción con «Moscas», un thriller con la corrupción como telón de fondo que destapa las miserias de la condición humana

- INÉS MARTÍN RODRIGO MADRID

Despiertas y un sudor frío te corre por la espalda. Lo último que recuerdas es que ibas caminando, por la calle, tranquilo. Y, un segundo después, te desvanecis­te. Te cuesta moverte. La rabia te invade y tratas de zafarte de ese golpe que, sin saberlo, te ha dado la vida. Maldito Murphy... Agustín Pery (Cádiz, 1971) acababa de dejar el periódico en el que trabajaba. Comenzaba una nueva etapa. Pero aquel instante lo cambió todo. También a él, que quiso aprovechar el revés para plantarle cara al único púgil que no conoce el nocaut: el destino. Para ello, recurrió a las palabras. Ellas le habían llevado hasta allí, y de allí le sacarían. Es cierto que su mujer tuvo bastante que ver («¿Por qué no te pones a escribir, ahora que tienes tiempo?»), pero la escritura le terminó poseyendo. Se miró en su propio espejo, y lo atravesó. Su experienci­a como periodista en Palma, con la corrupción como hilo conductor de todas las tramas, le sirvió de inspiració­n. Dejó que los personajes se pusieran en marcha, que coexistier­an. Y, en unos meses, terminó «Moscas». De aquella Pery, director adjunto de ABC, salió más fuerte y con una novela cojonuda bajo el brazo. No tenía intención de publicarla, pero en su camino se cruzaron un buen amigo (periodista, cómo no) y un editor con ojo (Julián Lacalle, de Pepitas de Calabaza). —¿La escritura fue su refugio? —Surge de mi miedo, porque la concebí como mi legado para mis hijos. Fue una terapia. Estaba muy enrabietad­o. —Y la rabia está en la novela. —Sí, sí, sí. Es honesta. No hay nada de artificio a la hora de contarlo. Hay partes muy duras. Quería generar en el lector la sensación de que es un combate. —¿No tenía miedo de que, al estar vinculado con la historia, la ficción terminara contaminad­a por su vida? —Cuando estás en un sitio muy pequeño, que se convierte en un parque de atraccione­s de la corrupción, que es lo que era Baleares en aquel momento, empiezas a desconfiar de todo el mundo, y yo nunca he sido desconfiad­o. Cuando volví de Baleares, tenía la sensación de que detrás de cada persona había algo corrupto que contar y me dolió, porque yo no soy así. Ese ambiente sí se traslada a la novela. En la novela no hay bondad. —Me acuerdo, por ejemplo, de uno de los personajes principale­s, que empieza como el supuesto héroe, pero termina defraudand­o y demostrand­o que el poder corrompe según lo rozas. —No es una novela sobre la corrupción, sino de las consecuenc­ias que tiene en la sociedad. La corrupción envilece y lo justifica todo. Es lo peor que tiene. Es como la metástasis del alma. Eso sí lo noté. Para mí, la corrupción es el mal y no hay medias tintas con ella. Hay un clima de maldad que te acaba contaminan­do. —Pocos se salvan en la novela… —Pero no es intenciona­do. No quería conseguir un héroe, porque en la vida no hay héroes, hay gente que No mitifico a los héroes, ni a los malvados. —Yo creo que los humaniza. —Yo creo que sí. Esa es la intención. A los héroes no hay que ensalzarlo­s y a los malvados hay que vigilarlos. —Lo que está claro es que en España la realidad supera siempre a la ficción. —Sí, eso se lo puedo asegurar. —Y sobre todo con la corrupción. —Sí, sin duda. La realidad de la corrupción en España, como novela, está por contar. Yo no la he padecido, yo he sido testigo. Me han intentado censurar, me han intentado comprar, pero como a todos mis compañeros. No me he corrompido, afortunada­mente. Falta por contar ese escenario de lo que para mí es la metástasis de esta sociedad, que es la corrupción. Muchas veces, en España, la corrupción ha tenido cierta complacenc­ia por parte de la gente, y yo creo que no. A los héroes no hay que mitificarl­os. En España hemos convertido en héroes a verdaderos chorizos. Yo lo siento, pero un chorizo es un chorizo: robe un furgón y se llame el Dioni o el Lute o María Antònia Munar, que es uno de los personajes que sale en la novela, que es real. Esa gente es mangante. —La ficción cura, ¿verdad? —Sí, a mí me ayudó mucho. —Cura la escritura... y la lectura. —Sí. Nunca he dejado de leer una novela, salvo porque me pareciera mala o me aburriera. Hay gente que dejó de leer «El perfume» cuando nace el personaje, pero a mí me pareció maravillos­o, porque me generó una sensación de asco. Patrick Süskind, en «El perfume», fue un genio. Y me ha pasado con escritores de todo tipo. También con compañeros de este oficio, que son ebanistas de la escritura. Me encantaría ser un ebanista de la escritura, pero lo que tenía que hacer la novela conmigo ya lo ha hecho: ser capaz de escribirla, llenar mis momentos de más tristeza, rabia y miedo.

 ?? MATÍAS NIETO lucha. ?? «Moscas» Agustín Pery. Pepitas de Calabaza. 112 páginas. 14,50 €. www.pepitas.net/ libro/moscas
MATÍAS NIETO lucha. «Moscas» Agustín Pery. Pepitas de Calabaza. 112 páginas. 14,50 €. www.pepitas.net/ libro/moscas

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain