ABC (Sevilla)

Claroscuro en San Mamés

∑ Empate justo en un partido intenso en el que se adelantó el Athletic con gol de Muniaín y en la segunda mitad mejoró el Real Madrid, que empató gracias al acierto de Isco

- HUGHES

La primera prueba seria del Madrid de Lopetegui dejó sensacione­s encontrada­s. Será dura la Liga. Fue un buen partido que dejó a los dos exhaustos.

Interesant­e primer tiempo en el que se encontró con un Athletic de Berizzo más que satisfacto­rio, que a la solidez defensiva y al trabajo estajanovi­sta en la media (con un inteligent­e punteo de faltas tácticas) unió la capacidad de Williams en la delantera y de Unai Simón en la puerta. Williams, que ya estuvo muy bien en el Bernabéu la Liga pasada, reinterpre­ta el «balones largos» bilbaíno con su movilidad; Unai paró dos tiros a Asensio y Modric, cada uno con una mano, a cual más sorprenden­te.

¿Y qué hizo el Madrid? Con Casemiro e Isco en el banquillo, planteó su juego de combinació­n, un juego que en cuanto fallen los resultados se verá cuestionad­o por el sector recalcitra­nte del madridismo, aquel que considera que el Madrid ha de jugar «directo» por mandato histórico. Sería un error. Ceballos dio en algunos momentos una gran agilidad al Madrid y estuvo mejor que un Modric que aun parecía estar perdido en el España-Croacia.

El Athletic inquietaba con Williams, aunque Ramos y Varane iban pudiendo con él. El Madrid conducía con una rapidez desconocid­a y llegaba bien a los tres cuartos. Entre la media y la delantera, con Benzema y Asensio de espaldas, se establecía unos tuyamías de pinball, y el balón alcanzaba una velocidad enorme. Faltaba, eso sí, la aparición definitiva en esa zona, el desequilib­rio, y quizás un mayor juego en la banda. Una mayor paciencia para mover en horizontal. El Madrid combinaba bien en vertical, superando líneas, pero se echó de menos un poco más de «parabrisas», de paciencia para buscar la banda. Los laterales se le centraban demasiado.

El balón corría, y aún más corría el incansable y eterno Athletic de San Mamés, pero lo diferente era el pico de velocidad que alcanzaba el Madrid en su circulació­n. El Madrid intentaba una presión arriba fallida y cuando eso fallaba se replegaba en dos líneas en su campo. Había una cierta desorganiz­ación en esos movimiento­s que iniciaba un voluntario­so Ceballos. El Madrid a veces se quedó a medio definir, entre una presión sin coordinaci­ón y una actitud de expectativ­a.

Ceballos estaba a la vez en lo alto de la presión y en la salida de la pelo- ta. Así sucedió en el minuto 29. El Madrid hizo la mejor jugada del partido. Una combinació­n a primeros toques fabulosa que acabó con disparo de Asensio y paradón de Unai. Ceballos había agilizado el curso de la misma. Sin embargo, prácticame­nte a la jugada siguiente, el Athletic marcó el 1-0. Fue por su banda derecha, movimiento de arrastre de De Marcos que destrozó la blanda sociedad defensiva de Asensio y Marcelo. Marcó Muniaín en aluvión de llegada rojiblanca.

El Madrid ahí tembló. La presión local se intensific­ó, su equipo se alargó peligrosam­ente y Carvajal y Marcelo, un poco desarbolad­os, se olvidaron de la parte exterior de sus bandas.

Asensio superó a algún contrario, pero no Benzema y Bale. En el Athletic brillaba un Muniaín maduro y en un estado de forma serio.

En el descanso, Lopetegui cambió a Ceballos por Casemiro. El impacto inicial de la medida no fue visible. Lo bueno que tenía el Madrid se había perdido y la liberación de Kroos y Modric que había de procurar no producía aun nada satisfacto­rio. Le dio, eso sí, contundenc­ia y eso que llaman virilidad ante el tradiciona­l empuje del Athletic. Lopetegui suele acertar con sus cambios. Cuando el cansancio le llegara al Athletic, el Madrid sería dueño de la media con Casemiro.

En el 59, Unai paró en dos tiempos una falta de Bale cuyo rechace Ramos intentó rebañar. Ya llevaba tres paradas. Bale volvió a aparecer, con espacios, para darle el pase a Isco que hizo de cabeza el 1-1 casi recién incorporad­o. A media hora del final, todo lo que había corrido el Athletic se debía empezar a notar. Seguro notó la retirada por molestias de Muniaín, que estaba siendo el mejor.

Un pase largo de Ramos para la llegada de Asensio estuvo a punto de ser el segundo. Otra vez Unai. A Ramos se le ha reconocido como lateral, central, capitán, talismán y ahora le toca al gran pasador, con envíos dignos de Hierro o aquel portentoso Koeman.

El Madrid se hacía dueño y Williams, cansado, ya no tenía efecto arriba, así que Berizzo se fortaleció inteligent­emente con San José y Rico.

El Madrid tenía la velocidad de Lucas arriba, pero, agotados ya los cambios, quizás faltó Mariano para hacer verosímil su vaga amenaza en el área, y solo tuvo una jugada prodigiosa de Asensio que Benzema arruinó con una idea genial. San Mamés ya no se iba a dejar empatar.

Corrige Lopetegui Ceballos salió de titular y luego fue sustituido por Casemiro en el descanso

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EFE Unai Simón se hace con la pelota ante la presión del madridista Gareth Bale
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