ABC (Sevilla)

Alejandro Valverde

Se quedó fundido en el ascenso al puerto de La Gallina y, pese a la ayuda de Nairo Quintana, perdió el podio. Acabará quinto en la etapa final de Madrid

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El paragüas blindado del equipo de Yates paró luego las embestidas de Nairo Quintana y, ya en el col de Ordino, del Astana, empeñado en reventar la etapa. Es un equipo aguerrido. Su líder, «Supermán» López, buscaba un puesto en el podio que de salida ocupaban Yates, Valverde y Kruijswijk. Enric Mas era el cuarto y López, el quinto. En esa fase de la etapa la única preocupaci­ón de Yates era la moto de TVE. Abroncó al piloto por, a su juicio, llevar a rebufo al Astana. Era el último día antes del paseo final por Madrid. O todo o nada. Hay muchas maneras de perder. El Astana optó por la mejor: al ataque. Gastó todas sus balas: Omar Fraile, Cataldo, Pello Bilbao, Zeits, Hirts... Corrieron al galope bajo un sol gris que amagó con tormenta. No cayó ni gota.

Cuando a la Vuelta le quedaban dos puertos, la Comella y la Gallina, López colocó a todo el mundo al borde. Atrapó a Quintana, que seguía acelerando la etapa que iba a decapitar a su compañero Valverde. El recorrido era como un potro de tormento. Y fue entonces, con dos cuestas por delante, cuando Yates pedaleó en primera persona. Hasta entonces había hablado por él su hermano Adam. Era el momento. Golpe en la mesa. Ataque del líder. Desató su lado salvaje. Dicen que sin bicicleta es tímido, de los que agachan la cabeza hacia el manillar, pero que en carrera pedalea a dentellada­s. Eso hizo en la Comella. Y esta vez, no como el viernes, Enric Mas se atrevió a seguirle. Había aprendido la lección. Alcanzaron en un santiamén a López y Quintana, que tuvo que frenarse para acompañar a Valverde en su calvario –cayó a la quinta plaza de la general–.

Mas llenó los pulmones de aire. A bucear. A ver quién aguanta más. El alto de la Gallina es una sucesión de rampas y descansos. Yates se contuvo. No se arriesgó a una explosión. Tenía la Vuelta en la mano. Subió a su ritmo. Unos metros por delante, Mas y López batían sus hélices. El colombiano es rápido y joven. Pero no tanto como el mallorquín, que, a 200 pulsacione­s, rebobinaba el viejo vídeo de la victoria allí de Valverde. Y le imitó. Y le relevó. En la cima le preguntaro­n si se siente el nuevo Contador. «Yo soy Enric Mas». Y eso también parece mucho. Con 23 años sólo la mejor versión de Yates le ha podido. Vino a la Vuelta en voz baja, a ver hasta dónde llegaba: hasta el segundo cajón del podio. La Vuelta de Yates ha anunciado el futuro de Mas.

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