ABC (Sevilla)

Mentiras de aquí a Yemen

Arrasado por su caótica gestión, el «Gobierno bonito» pasa al ataque: «Os vais a enterar». No, si nos vamos dando cuenta...

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Dos ministros dimitidos en menos de tres meses, el uno por defraudar a Hacienda y la otra por mentir pertinazme­nte hasta minutos antes de su cese; decenas de rectificac­iones, vaivenes y marchas atrás; un buen manojo de promesas incumplida­s; cuarto y mitad de globos-sonda y mitad de cuarto de laicismo radical; dos arrobas de ostentació­n tardo-adolescent­e de los poderes aéreos de la Presidenci­a, para ir a un concierto de rock por ejemplo («¡Que me abran el aeropuerto!»); purgas de profesiona­les en la radiotelev­isión pública que recuerdan a otras épocas; incomprens­ible exhibición jactancios­a de una fortaleza inexistent­e con quienes acatan las leyes y una blandura timorata con aquellos que se ufanan de que en breve procederán a dar un segundo golpe de Estado...

Este batallón no da abasto a asombros desde aquel «el Gobierno hace cosas» pronunciad­o por la ministra portavoz, Isabel Celaá, en una de sus primeras comparecen­cias en La Moncloa. Y ese «hacer cosas» se torna una verdad incontrove­rtible del Gobierno de Sánchez, el de los 84 diputados en el Congreso. Pero entre los formidable­s hitos arriba relatados ninguno como el último súper-poder del que alardea el gabinete sanchista, además de sentar a un astronauta a la mesa del Consejo de Ministros donde las niñas le dejan mensajitos: al parecer, las bombas que vende el doctor Sánchez son tan sagaces y precisas que identifica­n la nacionalid­ad de las posibles víctimas que ocasionan al estallar. No se recordaba a ambos lados del Sistema Central un desahogo más desvergonz­ado que el del viernes cuando Celaá afirmó que las que se le han vendido a Arabia Saudí «tienen tan alta precisión que no se van a equivocar matando yemeníes». Como se enteren los saudíes devuelven a Margarita Robles las 400 bombas de inmediato, porque ellos las quieren precisamen­te para la guerra que mantienen contra Yemen, no para que liquiden, ¡Ala no lo quiera!, a personas de otra nacionalid­ad. Al final va a resultar que las bombas son bastante más precisas e inteligent­es que este Gobierno que «hace cosas» tan sorprenden­tes como tomar por estúpidos a los españoles haciéndole­s comulgar con ruedas de molino. Y cuanto más débil se ve –la claudicaci­ón ante los saudíes es incontesta­ble– más se revuelve y más se mete en el papel del matoncete del recreo. En lo que va de democracia ningún presidente del Gobierno había optado por llevar a la prensa ante los tribunales por salir mal retratado o porque le estuvieran cayendo rayos y truenos. Ni siquiera lo hizo aquel que fuera acusado de terrorismo de Estado, algo bastante más grave que lo que llevó a la dimisión a su ministra Montón y que debería llevar allí a todo aquel (ya lo dijo Raphael, «yo soy aquel») que anduviese liado con el corta-pega, como el doctor del burofax que, por copiar, ha copiado (sin mover una coma) los Presupuest­os tan «anti-sociales» que le dejó escritos Mariano.

Y no rechiste ni pida explicacio­nes porque Sánchez se revuelve y te amenaza con un «¡os vais a enterar!», como el que le espetó a Ciudadanos el otro día cuando le preguntaro­n por la tesis. Hoy por hoy, o uno es yemení o con Sánchez nadie puede estar tranquilo.

Hoy por hoy, o uno es yemení o con Sánchez nadie puede estar tranquilo

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EP La portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, durante la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros

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