ABC (Sevilla)

El concejal gitano del PA

A sus 41 años, Diego Jiménez se ha convertido en un personaje político muy querido en el municipio de Pruna

- C. GONZÁLEZ PRUNA

Ni siquiera el 0,15% de la población gitana tiene representa­ción en los ayuntamien­tos españoles. En Pruna, un pueblo de la Sierra Sur sevillana, uno de los concejales de los siete que gobiernan el municipio es gitano y, además, encargado de las áreas de Seguridad Ciudadana, Deportes y Recursos Humanos. Se llama Diego Jiménez Jiménez, pertenece al Partido Andalucist­a (PA) y es un hombre de consenso que no para en todo el día y para el que la convivenci­a tiene valor de ley. A él acude la Guardia Civil cada vez que hay un problema con la comunidad gitana de Pruna, muy extensa, o para cualquier otra incidencia acaecida en el municipio.

Después de casi ocho años de ser servidor en lo público, Diego Jiménez dice que es un trabajo «que quema» pero que también le da muchas satisfacci­ones. Sin problema, este concejal enseña las llamadas que recibe y que realiza con su móvil durante las 24 horas al día. «A veces incluso no hace falta que me llamen, llego el primero», cuenta Diego Jiménez para seguir diciendo que en estos años «he visto de todo, accidentes con muertos, peleas, enfrentami­entos». Entre otras cosas porque los recursos del ayuntamien­to son escasos. Sólo cinco policías locales, uno de ellos en oficina. «Durante años he tenido que atender el teléfono de noche», asegura.

Según la revista «CTXT», en España hay al menos diez concejales de esta etnia, aunque son datos que no están del todo actualizad­os porque en la relación de pueblos que tiene ediles gitanos no aparece el de Pru- na. Lo que está claro es que son pocos, apenas llegan al 0,14% de representa­ción de la población que vive en este país, alrededor de 750.000 gitanos. Y menos aún, hay que lleven una concejalía de Seguridad Ciudadana como Diego, quien reconoce que en Pruna hay dos puntos a tener en cuenta en la seguridad. Uno es el Peñón del castillo, cercano a Pruna, porque los turistas y escaladore­s se suelen perder en la sierra; y el otro es el barrio de El Puerto, una calle pruneña en la que hay concentrac­ión de población gitana y en la que, incluso, la Guardia Civil tiene que ir con refuerzos cada vez que hay altercados.

No obstante, el concejal ha conseguido que disminuyan las incidencia­s y altercados con su propia intervenci­ón y con la puesta en marcha de una serie de actuacione­s destinadas a facilitar la convivenci­a entre las dos poblacione­s, como es el partido entre payos, gitanos y guardias civiles que se organizan desde hace tres años.

Su gente está «orgullosa» de él y confían en su criterio. Por eso, cuando se presentan problemas, su palabra tiene peso de ley a pesar de que sólo tiene 41 años. Conoce a las personas mayores de la población gitana, pero también se deja querer por el resto de sus vecinos, demostrand­o que el que quiere hacer cosas por los demás, no tiene ni color de piel, ni distinción alguna, las hace y ya está.

Este es el espíritu que ha imprimido a su gestión. Y, en este sentido, ha actuado en varios frentes como el deporte, el asociacion­ismo y la formación. Por ejemplo, en el tiempo que lleva de mandato ha potenciado las actividade­s de la asociación Romaní de Pruna con talleres ocupacione­s de soldadura, camarero, pinche de cocina y otros oficios para que la juventud gitana pueda acceder a otros puestos de trabajo, además de los habituales que hasta ahora eran el campo y la venta ambulante.

Diego Jiménez va por las calles de Pruna en una constante parada con los vecinos. «Qué pasa, gitanito», le saluda un compañero de otro partido. Es el saludo que hace sonreír a Diego y advierte que no le molesta en absoluto porque «es lo que soy» y siendo así ha sido capaz de conseguir que mejore la convivenci­a entre paisanos.

A falta de pocos meses para la nueva cita electoral, todavía no ha decidido si presentars­e o no, «porque este trabajo es de 24 horas, incluso en vacaciones, acuden a ti para todo y quema lo suyo». No obstante, se le ilumina la cara cuando el juez de paz, —«su amigo y el que lo metió en esto»—, Francisco López, le dice que «es el mejor». Y se lo dice aun siendo militante de IU y antiguo concejal de Pruna por esta misma formación.

Colaboraci­ón A él acude la Guardia Civil cada vez que hay un problema con la comunidad gitana de Pruna

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C. G. Diego Jiménez, en el Ayuntamien­to de Pruna, de donde es concejal

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