Empate a cero en el desafío ganadero, con toros desiguales

Con honda preocupación por Paco Ureña, vuelvo a Las Ventas, al segundo desafío ganadero, después del éxito de Saltillo y Valdellán. Los tres primeros, de Escolar (Albaserrada) son encastados, no fáciles; los de San Martín, deslucidos. Los tres diestros han vivido la dureza del toreo.

El leonés Javier Castaño obtuvo fama al buscar la lidia completa; superó una grave enfermedad y mató Miuras. Lidia con buen oficio al primero, encastado y pegajoso, en el que han saludado Joao Ferreira y Fernando Sánchez. Mata con habilidad. El cuarto mansea, flaquea y espera. Con la montera puesta (como hacía Esplá) Castaño resuelve la papeleta; el toro acaba echándose, lo apuntillan.

El zaragozano Ricardo Torres sufrió, hace años, un grave percance en Chota (Perú). Se acerca ya, como Castaño, a los cuarenta años. Toreó una corrida, el año pasado. Liga algunos buenos muletazos en el exigente segundo, que le rasga la taleguilla de un pitonazo; mata mal. En el quinto, deslucido, trastea voluntarioso y mata rápido.

El pasado noviembre, Arturo Macías fue muy gravemente herido en el cuello, en Aguascalientes, su ciudad natal. Escribió entonces una carta al toro que le hirió, asegurando que estaba dispuesto a dar al toreo «hasta el último aliento». Pica bien Iturralde al tercero: Macías, muy decidido, logra unos naturales de mérito, para regocijo de sus paisanos. El último, bien lidiado por Sergio Aguilar y picado por Antonio Muñoz, se apaga, la faena no cuaja, a pesar del arrimón final.

Este desafío ganadero no ha sido como el anterior: en fútbol, un empate a cero. ¡Que mejore Paco Ureña!