El triunfo del gris
El llamado «procés» se ha convertido en una trituradora de presuntos líderes del movimiento independentista catalán. Entre los prejubilados, los fugados y los encarcelados, lo que ha quedado para tirar del carro es de una precariedad política insoslayable. Cómo de floja debe estar la cantera de líderes como para que Pere Aragonès i García (Pineda de Mar, Barcelona, 1982) haya llegado a ser vicepresidente y consejero de Economía de la Generalitat. Claro que si se cae en la cuenta de que quien manda es Quim Torra se entiende que su mano derecha presente semejante menesterosidad política. El triunfo del gris.
Hasta el momento, Aragonès era famoso a penas por sospechar la Guardia Civil que, cuando era el número dos de Oriol Junqueras, pidió a China que le dejasen 11.000 millones de euros para financiar el «procés». Aún se están riendo en Pekín con el correo electrónico de Pere.
No tiene tanta gracia que esta semana Aragonès, que en algo tiene que entretener el tiempo que no emplea en mejorar la vida de los catalanes, haya insultado públicamente a los policías y los guardias civiles. «El 1-O los delincuentes iban vestidos de verde y azul», dijo el otro día, con quizá el objetivo de echarle encima a los agentes a la jauría de los CDR. Y dicho y hecho. Ayer una turba violenta y encapuchada se fue a por los policías nacionales y guardias civiles que se manifestaban en Barcelona para que sus sueldos se equiparen a los de los Cuerpos autonómicos. Aún están esperando en la Benemérita y en la Policía que Grande-Marlaska les defienda del ataque de Aragonès. Claro que no parece probable que lo haga si tenemos en cuenta que al ministro le pareció fatal que un grupo de ciudadanos se manifestasen en favor de la Guardia Civil y la españolidad de Navarra en Alsasua. De «valientes» y de grises va la cosa.