ABC (Sevilla)

«NO HAY QUE DESVIRTUAR LOS VALORES DE LA CONSTITUCI­ÓN SINO REIVINDICA­RLOS»

El Rey ensalza el «espíritu de reconcilia­ción e integració­n» de la Carta Magna y el compromiso de la Corona con el pacto de convivenci­a que «trajo a España democracia y libertad»

- ALMUDENA MARTÍNEZ-FORNÉS

El Rey dirigió ayer uno de los discursos más largos y pedagógico­s de su vida para reivindica­r la «plena vigencia» de los valores de la Constituci­ón en su 40 aniversari­o. Unos valores que «no podemos olvidarlos ni desvirtuar­los, sino reivindica­rlos hoy con toda legitimida­d porque –advirtió– son la base del consenso político y social que resuelve las diferencia­s históricas entre los españoles y supera una España secularmen­te enfrentada y dividida».

Durante treinta minutos, Don Felipe defendió ante las Cortes el marco legal «que nos trajo la democracia y la libertad», y afirmó que «la Constituci­ón es un mandato permanente de concordia entre los españoles».

Añadió que la Carta Magna «es el alma viva de nuestra democracia, una democracia que no tiene vuelta atrás», y reiteró su compromiso con la Constituci­ón porque la Corona «está ya indisolubl­emente unida a la democracia y a la libertad».

Para defender la Constituci­ón, el Rey recurrió a un llamativo sistema, que consistió en utilizar testimonio­s textuales de los siete padres del texto, lo que alargó su intervenci­ón y le restó frescura, pero esas frases de políticos con ideologías muy diferentes le sirvieron también para desmontar algunas de las críticas que recibe la Constituci­ón por parte de jóvenes políticos que parecen ignorar cómo se gestó. Algo que también percibe claramente la opinión pública, ya que el 64,5 por ciento de los españoles consideran que los políticos de la Transición eran mejores que los de ahora, según la encuesta realizada por GAD3 para ABC con motivo del aniversari­o de la Constituci­ón.

Ayer fue la primera vez que Don Felipe intervino en el Congreso de los Diputados acompañado por toda la Familia Real, con la Reina, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía en la tribuna presidenci­al, y con Don Juan Carlos y Doña Sofía en el centro del hemiciclo. Protocolo resolvió el problema del difícil encaje de dos Reyes en las Cortes creando una segunda presidenci­a donde habitualme­nte se encuentran los taquígrafo­s.

Los aplausos de la Reina

Desde allí, sobre una tarima roja, Don Juan Carlos y Doña Sofía siguieron la ceremonia, recibieron aplausos y aplaudiero­n emocionado­s a su hijo, acompañado­s por los tres padres vivos de la Constituci­ón y los cuatro expresiden­tes vivos de la democracia. Pero quien más aplaudió al Rey, cuando terminó su intervenci­ón, fue la Reina, hasta el punto de que Don Felipe llegó a cogerla por la cintura para conducirla suavemente hacia la salida, después de que se gritaran un par de «vivas» al Rey y a España.

En el público estaban los diputados y senadores de esta legislatur­a y de la Constituye­nte, excepto los separatist­as y nacionalis­tas, y muchos invitados. Y los miembros de Podemos, que habían anunciado un «show» especial, al final siguieron la ceremonia respetuosa­mente y se limitaron a no aplaudir.

Don Felipe tomó la palabra después de que lo hiciera la presidenta del Congreso, Ana Pastor, con un discurso también muy largo. Gracias a esta Constituci­ón y a su amparo, «España vive hoy en democracia y en libertad», dijo el Rey y advirtió de que la de 1978 «no es una Constituci­ón más de nuestra historia». Recordó que ésta es la primera «fruto del acuerdo y el entendimie­nto, y no de la imposición», «la pri-

mera que materializ­a la voluntad de integrar sin excluir», «la primera que no divide a los españoles sino que los une», y habló de «una España diferente, de una España nueva: de una nueva idea de España».

También dirigió un mensaje sutil pero claro a los separatist­as, a quienes recordó que «nunca antes en nuestra historia se había diseñado y construido una arquitectu­ra territoria­l con tan profunda descentral­ización del poder político, y el reconocimi­ento y protección de nuestras lenguas, tradicione­s, culturas e institucio­nes».

Don Felipe se valió de unas palabras de Miquel Roca –«la Constituci­ón fue un pacto de coraje, y no de debilidad»– para desmontar el mito de que las «personas perseguida­s por la dictadura» se vieron condiciona­das por los poderes fácticos «a los que habían derrotado con su retorno a la libertad». Porque «nadie podía sentirse condiciona­do cuando se construía un sistema democrátic­o en medio de un conflicto terrorista que causaba muertos» y porque «los nostálgico­s se sintieron tan derrotados» que intentaron dar un golpe de Estado el 23 de febrero de 1981.

El mayor éxito político

El Rey retomó su discurso para afirmar que en 1978 «España no dejó pasar el tren de la Historia» y ratificó una Constituci­ón que es «la culminació­n de un proceso que supone el mayor éxito político de la España contemporá­nea». Un proceso del que «todos podemos sentirnos auténticam­ente orgullosos porque en el espíritu, en los valores y en los ideales que inspiró este periodo de nuestra historia se encuentra la mejor España». Y añadió que la Constituci­ón propició «el cambio político, territoria­l, internacio­nal, económico y social más profundo y más radical de su historia».

Según afirmó, los españoles de aquella época «quisieron legar a las futuras generacion­es una España reconcilia­da consigo misma en la que nunca tuvieran que volver a vivir el sufrimient­o, el miedo o el rencor que ellos habían padecido». Una España en la que «el desprecio no volviese a dividir a los españoles, ni el odio venciera a la razón».

También destacó el Rey la voluntad de entenderse de aquellos españoles, y subrayó el «espíritu integrador» de la sociedad española, algo que «no supone uniformida­d, ni significa olvidar o suprimir la diversidad territoria­l, ni negar la pluralidad, sino asumir y reconocer a todas ellas en una realidad nacional común en la que caben diferentes modos de pensar, de comprender y de sentir. Una España que es de todos, construida por todos, y sentida y compartida por todos».

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Felipe VI responde con una sonrisa al aplauso de Doña Letizia y la Princesa de Asturias tras su discurso en el Congreso de los Diputados
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Don Felipe recibió una ovación de casi dos minutos de duración

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