ABC (Sevilla)

«VIVA EL REY»

Don Felipe envió un mensaje a los nacionalis­tas y Pastor se ocupó de los podemitas

- JUAN FERNÁNDEZ-MIRANDA

Cuando Don Juan Carlos y Doña Sofía entraron ayer en el hemiciclo de la sede de la soberanía nacional no iban solos. Les acompañaba el poder de la tradición, el peso de nuestra Historia y la fuerza de los símbolos. Y una cosa más: el inconfundi­ble aroma del éxito, porque el salto que ha pegado España en los últimos 40 años es un triunfo contundent­e.

La sola imagen de los Reyes de la Transición entrando en el hemiciclo tiene mucha más potencia que toda la verborrea antisistem­a acumulada desde 2015. Junto a Don Juan Carlos y Doña Sofía caminaban la libertad, la democracia, el progreso y todo el pueblo español, los que votaron la Constituci­ón y los que no la votamos. Los que le reconocemo­s su valor y los que se lo niegan. Todos. Porque durante su Reinado Don Juan Carlos fue el Rey de todos los españoles, y en 1978 fue quien nos entregó todo el poder. No es poca cosa.

La Transición está ahora siendo atacada desde dos frentes: el populismo de izquierdas y el independen­tismo catalán. Para ambos hubo ayer mensajes. Don Felipe envió un mensaje a los nacionalis­tas: «Nunca antes en nuestra historia se había diseñado y construido una arquitectu­ra territoria­l con tan profunda descentral­ización del poder político». Y la presidenta del Congreso, Ana Pastor, se ocupó de los podemitas: «La Constituci­ón nunca ha sido un candado». Esas dos frases, tan ciertas como claras, desmontan los pilares sobre los que se apoyan las estrategia­s más agresivas de agresión al Estado.

Hay que reconocer a los podemitas que al menos sí asistieron ayer al acto, incluso supieron portarse correctame­nte, pero renunciaro­n a aplaudir: ni a Don Juan Carlos ni a Don Felipe, ni a nada que sonara a Transición. Algo les impide reconocer las conquistas de ese proceso político, a pesar de que sus mayores ideológico­s sí participar­on. Los podemitas están en su derecho: ellos están más cómodos en señalar los errores que en destacar los aciertos. Hay partidos, y personas, que son así, pesimistas y cenizos. No obstante, cada vez son más los dirigentes podemitas que poco a poco y en privado van despertand­o a la realidad: «Las cosas se pueden cambiar en las institucio­nes, no en la calle», reconocía un destacado diputado que también lamentaba que «con tres salarios mínimos no se puede contratar a buenos asesores». Bienvenido­s a la vida real.

Es verdad que 40 años es una cifra extraña para tanta celebració­n, pero las trolas que «indepes» y «podemitas» –socios del Gobierno– han colocado en el debate político no se frenan con la indiferenc­ia, sino con mensajes claros. Ayer, en el Congreso se escuchó dos veces un grito que lo condensa todo: «Viva el Rey».

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