MAL PERDER
El que tiene muy mal perder, tiene un malísimo ganar. De modo que creo que es mejor que hayáis perdido, fíjate
DICE el refrán que en la mesa y en el juego se conoce al caballero. Añadamos un lugar más: las elecciones políticas. Es verdad que el juego nos ha descubierto a todos, que en la infancia recuerdo días de juegos infantiles donde nos salía el que llevábamos dentro, el noble, el inconformista, el de la rabieta, el del coraje, y el del peor perder. «Yo con ese no juego, que tiene muy mal perder», decíamos, refiriéndonos a algún amigote que no digiriera bien las derrotas. Así lo hemos visto en las mesas de naipes, en las mesas de billar, en el fútbol, en el dominó, en cualquier juego de mesa. Y, para pena nuestra, lo vemos algunas veces en la política. Y acabamos de verlo.
La extrema izquierda, esa que ha recibido una cuña de su propia madera con las declaraciones de Íñigo Errejón, ha demostrado claramente no ya que tenga mal perder sino algo peor, que no sabe perder; es más, creo que, para pena suya, sólo está, o estaba, preparada para ganar. Y como se las prometía felices, vino a decirse, «saldremos ganadores y seremos la fuerza que decida el gobierno en Andalucía…» Y la banda sonora de la noche del domingo 2 de diciembre fue una canción de Paco Cepero que cantaba Turronero allá por los mediados de los setenta: «Y me tocó, me tocó el perder, y me tocó, me tocó sufrir…» Y para eso no estaban preparados Iglesias y algunos otros, y al ver que no sólo no habían ganado sino que descubrieron la sorpresa de Vox, decidieron que lo mejor era romper la baraja, rajar el balón, tirar por el balcón las fichas de dominó, declarar el estado de alerta y, ay, la impotencia, salir a la calle diciendo que teníamos que luchar todos contra Vox. ¿A mí me vas a meter en el duelo de tu derrota? ¿Qué quieres, que yo vaya a llorar a tu pena, si no tengo pena ni falta que hace? Arrostra los resultados, quillo, que ahora quieres que sean de todos sólo porque has perdido, que si hubieses ganado, a nadie llamarías para celebrarlo. Pues vete a la copla flamenca: «Te comiste los pimientos / y ahora te pican los labios, / muérete de sentimiento.» O sea, te pusiste muy gallito, muy extremista, refregándonos la bandera republicana —preciosa, sí, pero inoportuna—, te pusiste al lado de separatistas y otros regalitos y ahora, cuando ves que las urnas se te han convertido en funerarias, quieres que todos salgamos a la calle a la lucha antifascista. No, ahora, no. La culpa es tuya y sólo tuya, y como tuya que es, asúmela. Tienes, tenéis, muy mal perder. Y eso me deja clara una cosita: que, por lo general, el que tiene muy mal perder, tiene un malísimo ganar. De modo que creo que es mejor que hayáis perdido, fíjate.