CALMA, QUERIDO POLÍTICO
LA entrada de Vox en el arco parlamentario de Andalucía ha suscitado una corriente de rechazo en las formaciones políticas denominadas de izquierdas y en las independentistas. Un rechazo inusual por las descalificaciones tan elevadas de tono que se han vertido sobre ese partido, animando incluso personajes, como Pablo Iglesias, a desafiar la convivencia pacífica en las calles. Curiosamente, el partido tiene más seguidores en Instagram que el propio Iglesias, después de haber incorporado casi 40.000 seguidores más desde el domingo pasado. Esperemos, no obstante, que las descalificaciones hayan sido fruto de un calentón y todo vuelva a la normalidad cívica y democrática.
Hablar de fachas, de izquierda, derecha, ultraizquierda, ultraderecha…, es algo ya muy antiguo, señorías. Dejemos todo eso para la guerra civil, que tanto gusta citar al señor Iglesias. Si a usted lo consideran partido democrático y constitucionalista —usted que reniega de la Constitución, usted que se quiere cargar el sistema democrático de la Monarquía parlamentaria, usted que aúpa a los independentistas, a los abertzales, a los maduros de Venezuela— tenga por seguro que los señores de Vox son mucho más demócratas y constitucionalistas que usted. Quizá por eso, señor Iglesias, a Podemos no le ha votado tanta gente en Andalucía. Porque entre sus votantes hay muchísima gente —diría que la mayoría— que son currantes, sin sus excesos, que se han dado cuenta de que usted es un dictador y nada coherente entre sus proclamas y sus hechos. Y que ha venido a la política para servirse de ella y vivir como un pachá en su chalet de rico.
La irrupción de Vox es una señal clara del descontento nacional con la política y con los partidos mayoritarios. Un antiguo diría que sus propuestas son las típicas de un partido de derechas. Y al igual que entiendo, pero no comparto, las formas del señor Iglesias —por su historia particular—; entiendo pero no comparto, las formas del señor Abascal —por su historia particular—. Hay que intentar ponerse en la piel de cada cual para entenderlos y entenderse.
Pero más importante ha sido que el PSOE —ahora capitaneado por Susana Díaz— haya sido vencido y pueda salir de la Junta de Andalucía en semanas, después de 36 años gobernando. Estarán conmigo que tanto tiempo en el mismo lugar es cansino. No por las personas, solo faltaba. Por la formación política. Por los modos de gobernar prácticamente iguales de una legislatura a otra. Sin conseguir algunos objetivos fundamentales como el de mayor empleo, mejor educación, menor economía sumergida, menor burocracia. Es bueno que entren otros aires, otros modos, otra gobernanza. Otra imagen de Andalucía que, de tanto identificarla con el PSOE y la Junta, necesita unos retoques de lozanía. Los que llegan quizá incluso puedan hacerlo mejor. Lo cual es lo deseable. Es el turno del PP y de Ciudadanos.