Las «intérpretas» supremas de la Constitución
Al lado de los festejos por el 40 cumpleaños de la Constitución, no cabe ignorar la realidad de un preocupante panorama político. Desde su génesis, la Constitución arrastró la lacra de una excesiva ambivalencia en algunos de sus postulados fundamentales, que han sido desarrollados e interpretados casi siempre hacia un sentido disolvente con la unidad nacional proclamada en su artículo 2. Por eso, que una vicepresidenta del Gobierno, junto a una ministra de Justicia, tachen de inconstitucional a un partido emergente que aboga por una interpretación más restrictiva y respetuosa con la unidad de España, y que propone la reforma de algunos artículos (según los propios mecanismos constitucionales), implica una manipulación tan obscena y burda de la Constitución, que sólo confunde a quienes carezcan de unos mínimos conocimientos jurídicos y constitucionales. Arrogándose el papel de dueñas e «intérpretas» supremas de la Constitución, ellas dos encabezan el toque a rebato contra aquellos que osen separarse de sus muy particulares criterios, a la vez que arropan y cubren las vergüenzas de esos otros que apoyan su Gobierno, esperando ver saltar por los aires toda la arquitectura constitucional.
MIGUEL ÁNGEL LOMA PÉREZ
SEVILLA