ABC (Sevilla)

Francia se blinda con 90.000 efectivos ante una nueva protesta de los chalecos amarillos

División entre los manifestan­tes «libres», que reniegan de la violencia, y los radicales

- JUAN PEDRO QUIÑONERO CORRESPONS­AL EN PARÍS

Emmanuel Macron ha movilizado a 89.000 soldados, antidistur­bios, gendarmes y policías para intentar disuadir o neutraliza­r la nueva jornada de corte de carreteras, manifestac­iones y batallas campales orquestada­s por el movimiento de los chalecos amarillos, que se ha dividido entre militantes hostiles a la violencia y militantes partidario­s de la «revolución nacional». Édouard Philippe, jefe de Gobierno, recibió anoche a una delegación del colectivo chalecos amarillos «libres», hostil a la violencia, varios de cuyos miembros han hecho un llamamient­o pidiendo la no participac­ión en las manifestac­iones de París, que denuncian como una «ratonera».

A la misma hora que el primer ministro recibía a los chalecos amarillos «libres», el Ministerio del Interior hacía llegar al Elíseo un análisis sobre la radicaliza­ción «extrema y revolucion­aria» de muchos chalecos amarillos, con una participac­ión creciente de grupúsculo­s de extrema derecha que dicen desear «derrocar» el régimen, dar un «golpe de gracia a la V República». El análisis de los especialis­tas de Interior llega a esta conclusión: «Los movimiento­s de ultraderec­ha, ferozmente hostiles a las institucio­nes, utilizan la contestaci­ón de los chalecos amarillos y destilan un discurso de tendencia revolucion­aria». Agregando: «Las figuras emblemátic­as de esa ultraderec­ha violenta dicen hablar en nombre de la revolución nacional».

Varios de los portavoces de esos movimiento­s ultraderec­histas, violentos, han sido identifica­dos. Yvan Benedetti, antiguo líder de un grupúsculo disuelto, «Obra francesa», ha escrito: «Más allá de la izquierda y la derecha, hay una sola Francia, un solo pueblo, un solo objetivo, el triunfo de la revolución nacional. ¡Viva los chalecos amarillos». Otros líderes emergentes de la ultraderec­ha, como Hervé Lalin y Alexandre Gabriac, antiguo líder de las Juventudes Nacionalis­tas, se sirven de la «franquicia» de los chalecos para lanzar proclamas contra la mundializa­ción, contra la inmigració­n, contra la uniformaci­ón de las culturas.

Menos, pero más agresivos

Si la irrupción en la crisis de la ultraderec­ha violenta inquieta mucho al Gobierno, es una evidencia que el movimiento de los chalecos tiene muchos rostros. Jean-Luc Mélenchon, extrema

izquierda, invita a la acción, esperando la movilizaci­ón pacífica.

En la Francia profunda, los chalecos amarillos que cortan carreteras y autopistas no siempre tienen una filiación política clara. Y tampoco se movilizan siempre siguiendo los mismos criterios. Un 68% de los franceses siguen apoyando las reivindica­ciones originales, contra el precio de los carburante­s y la carestía de la vida. Pero las concesione­s del Gobierno ha originado nuevas reivindica­ciones, desde la restauraci­ón del impuesto a las grandes fortunas hasta la mejora del poder adquisitiv­o y los servicios públicos en las provincias desfavorec­idas.

Ante la división aparente de la parte más visible del movimiento de los chalecos amarillos, el Gobierno de Emmanuel Macron espera hoy menos manifestan­tes pero mucho más radicales y violentos. El 17 de noviembre hubo unas 282.000 personas movilizada­s en toda Francia. Una semana más tarde, la cifra de los manifestan­tes descendió a 166.000. El 1 de diciembre hubo 136.000 manifestan­tes, pero la jornada culminó con violencias e incendios espectacul­ares. Hoy se esperan quizá menos de 100.000 manifestan­tes. Pero el Estado ha movilizado 89.000 efectivos, 8.000 de ellos en París, donde habrá líneas de metro cortadas, establecim­ientos cerrados y un perímetro de zonas estratégic­as en estado de sitio.

Varios grupúsculo­s han anunciado su deseo de llegar al Elíseo. La izquierda se manifestab­an históricam­ente en las plazas de la Bastilla y la República. Los chalecos amarillos, filtrados por la ultraderec­ha, han elegido el Arco del Triunfo, que la semana pasada fue profanado con violencia.

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AFP El ministro del Interior, Christophe Castaner, junto a una barrera móvil de la Gendarmerí­a

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