Muere Betancur, el presidente que soñó la paz en Colombia
El hombre que afrontó el asalto al Palacio de Justicia, falleció ayer en Bogotá a los 95 años
El expresidente de Colombia Belisario Betancur falleció a las dos y media de la tarde de ayer, hora local (las 20.30 en Madrid), a la edad de 95 años en la Clínica Santa Fe de Bogotá, donde fue ingresado el pasado jueves por una insuficiencia renal aguda.
Belisario Antonio Betancur Cuartas nació en Amagá, pueblo minero del departamento de Antioquia, el 4 de febrero de 1923. Abogado, escritor, diplomático y político conservador al fin, fue embajador en Madrid de 1975 a 1977, y ostentó la Presidencia de Colombia desde el 7 de agosto de 1982 al 7 de agosto de 1986. Una vez que abandonó la Casa de Nariño, jamás se inmiscuyó en política, una actitud no muy corriente en su país.
Tuvo a gala durante toda su vida su nacionalidad española por carta de naturaleza, y conservó siempre una mutua amistad con numerosas personalidades españolas, entre ellas el Rey Juan Carlos I y el expresidente del Gobierno Felipe González.
«Su legado en la política, en nuestra historia, en la cultura... es ejemplo para todas las generaciones futuras», escribió en Twitter el presidente Iván Duque. Su predecesor, Juan Manuel Santos, señaló por su parte: «Gran patriota, gran amigo y gran ejemplo de entereza, honestidad y humildad».
Hombre de paz, en su toma de posesión afirmó: «No quiero que se derrame ni una sola gota más de sangre colombiana», y con esa premisa abrió el primer diálogo político con las guerrillas que desangraban Colombia, el M-19, las FARC, el EPL y el ELN, con los que alcanzó frágiles treguas que saltaron en pedazos cuando el M-19, el 6 de noviembre de 1985, asaltó el Palacio de Justicia y tomó como rehenes a 350 personas.
Tras 28 horas asediado y bombardeado por el Ejército, el edificio, a dos manzanas apenas de la sede de la Presidencia, quedó reducido a ruinas y el número de muertos rondó el centenar, con once desaparecidos en oscuras circunstancias. Betancur sostuvo siempre que no contaría en vida lo que pasó aquel día, solo en un libro a publicarse después de su muerte.
La otra gran tragedia que marcó su mandato fue la erupción del volcán Nevado del Ruiz, el 13 de noviembre de 1985, que borró del mapa el municipio de Armero, en el centro del país, y se cobró cerca de 25.000 muertos.