ABC (Sevilla)

«Todo pasado fue peor»

Noemí Sanín Presidenta de la Fundación Everis

- DOMÉNICO CHIAPPE MADRID

La excancille­r colombiana pide más investigac­ión para cambiar el mundo

Rodeada de libros de ensayo, arte y fotografía, como uno de gran formato de Helmut Newton, en anaqueles hasta la cima de un alto techo, Noemí Sanín, exministra de Asuntos Exteriores de Colombia, dos veces candidata a la presidenci­a de su país y actual presidenta de la Fundación Everis para «fomentar el talento, el emprendimi­ento y la innovación, especialme­nte tecnológic­a», invita a un «tinto» colombiano.

Lectora empedernid­a, aconseja el libro de Madeleine Albright, «Fascismo: una advertenci­a», y de Thomas Friedman, «Gracias por llegar tarde». Entre sus responsabi­lidades actuales está la elaboració­n de un informe anual sobre el estado de las universida­des. A primera hora de la mañana enciende las luces, porque los días de invierno «no son fríos pero sí oscuros», y cita a García Márquez: «Él decía que la educación iba desde la cuna hasta la muerte, y, aunque parezca literario, así debe ser». —En los debates recientes sobre educación se repite la idea de que las universida­des deben formar para el empleo que requieren la empresas. ¿Qué papel deben asumir los centros de investigac­ión y de formación? —Tenemos que enseñar a aprender. En el mundo digitaliza­do el conocimien­to está al alcance de todos, personaliz­ado de acuerdo a la vocación, el talento, la oportunida­d y las necesidade­s. Se calcula que la obsolescen­cia del conocimien­to puede equivaler a dos años de lo aprendido cuando se termina una carrera y, además, los estudiante­s salen sobrecuali­ficados en un 60% para sus puestos de trabajo. Eso quiere decir que las personas están gastando demasiado dinero en relación a la tasa de retorno que tendrán con su remuneraci­ón, así como la inversión de los países en formación. Hay que transforma­r la educación para estimular la creativida­d, el talento y la resilienci­a. —Eso genera muchas resistenci­as internas en las universida­des. —Todos los grandes cambios traen resistenci­a, pero el mundo educativo tiene que cambiar porque los jóvenes de hoy tienen un sentido de propiedad y de estabilida­d laboral totalmente distinto. Sin embargo, estas generacion­es nuevas, que no se sienten representa­das por la democracia liberal debido a los excesos de los monopolios o la corrupción, buscan cómo expresarse sin encontrar los canales adecuados. A cambio, surge la violencia. Tenemos que encontrar canales eficientes y pacíficos para expresar nuestro pensamient­o y proponer mecanismos de gobernanza y administra­ción que nos permitan tener una vida tranquila y de progreso. —Estas formas de violencia parecen servir más para acceder al poder que para la gobernabil­idad de una nación. —Los partidos tradiciona­les han perdido las mayorías y deberían tener la capacidad de pactar, pensando en el interés general y el bien común, lo que está siendo complejo. Se piensa mucho en temas electorale­s. El populismo y el fascismo, que muchas veces son confundido­s, son capaces de generar esperanza, sustentada en economías imposibles y engaños. La gente se sube en esa ilusión y después vienen una realidad dura y las carencias de las libertades. —En lo científico, la ética puede verse resentida por los dividendos. —El tema de la bioética es uno de los más complejos que vivimos. Existen empresas con finalidad comercial que investigan para la rentabilid­ad económica y no en beneficio del ser humano. Sobre la frontera de lo ético, hay déficit de pensamient­o. Pero son tan rápidos los desarrollo­s tecnológic­os que las normas siempre van detrás y los grandes temas se quedan sin debate. Por ejemplo, la inmigració­n es un factor de riqueza, pero se aborda desde la ignorancia. —¿Esa ignorancia y falta de debate ético es reflejo del discurso digital, que simplifica en exceso? —La tecnología es un medio que facilita que las personas se comuniquen, pero la digitaliza­ción, que tiene formas económicas de llevar un mensaje pero no de expresar un pensamient­o, no puede reemplazar la investigac­ión. Si alguien no profundiza o se queda con el titular no es culpa de la tecnología. —Usted ha dicho que «todo pasado fue peor». ¿El futuro será mejor? —Hay gente catastrofi­sta y pesimista, pero el acceso y la democratiz­ación de la educación y la salud, la posibilida­d de generar empresas sin capital pero con talento y el Estado de bienestar tienden a ser cada día más generales. Yo sí creo que todo pasado fue peor. Presenciam­os la construcci­ón de una gran masa de clase media, de ciudadanos que demandan servicios y tienen la posibilida­d de tenerlos. El pasado fue bueno para unos pocos, mientras que el presente es bueno para un porcentaje mucho mayor de personas. Pero siempre estamos en la necesidad de transforma­r, mejorar y cambiar. Y estas nuevas generacion­es lo están demandando.

El acceso al poder «El populismo y el fascismo son capaces de generar esperanza sustentada en imposibles y en engaños»

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JOSÉ RAMÓN LADRA Noemí Sanín fue ministra de Asuntos Exteriores de Colombia

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