ABC (Sevilla)

La nueva González de Gregorio «Liquidaré las hipotecas de mis hijos con la herencia»

Rosario Bermudo, tras la sentencia que confirma que es hija del que fuera marido de la «duquesa roja», reclamará dos millones de euros

- ANGIE CALERO MADRID

Rosario Bermudo Muñoz se encontraba en su domicilio, el pasado miércoles, cuando recibió una llamada que llevaba esperando cinco años. Su hija Nuria, al otro lado del teléfono, le comunicaba que el Juzgado de Primera Instancia número 77 de Madrid ya había dictado sentencia y le daba la razón. «Por fin se ha hecho justicia y se sabe la verdad: soy hija de Leoncio González de Gregorio, así lo ha dicho el juez», contaba ese mismo día Bermudo a ABC. «En mi casa estamos todos muy contentos, porque parecía que la gente no nos creía, pero la verdad siempre se acaba sabiendo», añadía.

Cabe remontarse al año 1950, cuando la madre de la protagonis­ta de esta historia, Rosario Bermudo Centeno, trabajó en una finca ubicada en Badajoz que era propiedad de los padres de Leoncio González de Gregorio, quien por aquel entonces era menor de edad y que en 1955 se casaría con Luisa Isabel Álvarez de Toledo, la XXI duquesa de Medina Sidonia y popularmen­te conocida como la duquesa roja.

«Siempre lo supe»

La sirvienta y el hijo de los propietari­os de la casa mantuviero­n una relación sentimenta­l que acabaría cuando ella se quedó embarazada, dando

a luz a su hija Rosario en febrero de 1951. «Yo siempre supe quién era mi padre, prácticame­nte desde que nací», afirma Rosario, quien fue criada por su madre soltera hasta los 8 años. Entonces, Rosario Bermudo Centeno rehizo su vida junto a otro hombre: «Mi madre tuvo seis hijos más, mis hermanos, que también están muy contentos y me han ayudado en todo este proceso». A través de ellos, Rosario acudió a varios abogados, pero todos le «ponían muchas pegas»: «Decían que había pasado mucho tiempo y era imposible ganar el caso». Hasta que dio con el abogado Fernando Osuna, experto en temas de filiación, e iniciaron en 2012 un proceso que, según Rosario, «ha sido muy largo». Dice la sentencia que Rosario Bermudo Muñoz «ha contado con un escaso número de pruebas que pueda presentar como indicio de la filiación extramatri­monial, especialme­nte por el mutismo con que su madre ha mantenido siempre sobre su relación con Don Leoncio», lo que le llevó a contratar los servicios profesiona­les de un detective que, tras el seguimient­o oportuno, se hizo con una botella de agua mineral que Leoncio Alonso, el primogénit­o de González de Gregorio y Álvarez de Toledo, tiró a una papelera. Las muestras de ADN de esa prueba fueron com- paradas con las de Bermudo, concluyend­o del examen una coincidenc­ia genética de un 99,58 por ciento. Este indicio de prueba fue presentado ante el juez, quien ordenó la exhumación de los restos mortales del exmarido de la duquesa de Medina Sidonia. Una medida que Pilar y Javier, hermanos de Leoncio Alonso, intentaron evitar, ofreciéndo­se ellos mismos para someterse a la prueba de ADN. Pero fue en vano. Los restos mortales de González de Gregorio establecie­ron una coincidenc­ia genética del 99,99 por ciento.

Apellidos y herencia

Además de declarar «la paternidad biológica» de González de Gregorio respecto a Rosario Bermudo Muñoz, el juez ha pedido al responsabl­e del Registro Civil de Madrid que «proceda a efectuar las correspond­ientes inscripcio­nes», con las que la demandante podrá llevar los apellidos de su padre. El siguiente paso lo dará su abogado: reclamar a Leoncio Alonso, Pilar, Gabriel y Javier –este último, fruto de otra relación extramatri­monial de González de Gregorio– lo que a Rosario le correspond­e por la herencia, que ascendería a dos millones de euros. «Cuando lleguemos a un acuerdo, lo primero que haré será quitarles las hipotecas a mis hijos», asegura Bermudo. «Así vivirán más desahogado­s y podrán tener su jornal para comer, sin preocupars­e de otros gastos». Además, arreglará un poco su casa.

Respecto a sus nuevos hermanos, Gabriel es el único con quien ha establecid­o contacto, «pero muy poco»: «Los demás no quieren tener trato conmigo. Si quisieran yo estaría muy contenta, pero qué le voy a hacer. A ver si algún día cambian de opinión y nos vemos».

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FOTOS: ABC Tal como era Izq., Rosario Bermudo en su juventud. Arriba, en una imagen reciente

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