#ENFERMEDAD
En The Kingdom, estupenda serie de Lars VonTrier, un hospital acaba comportándose como un organismo con vida propia. Está tomado por una corriente de fuerzas telúricas que se manifiestan a través de detalles aparentemente nimios pero preocupantes. Me acordé mucho de la serie los días previos a las elecciones en que me tocó echar un cable con la convalecencia del viejo en el Virgen del Rocío. Al tomar uno de los ascensores interiores, grabado con arañazos en la puerta de acero, se leía bien grande «Gusana Díaz». Leyendas similares y de mucho más calibre se encontraban en los aseos repartidos por las distintas plantas. Pero no sólo en las puertas y el mobiliario: también en los comentarios sarcásticos de las enfermeras, cuando mi padre, de talante incontinente, criticaba la obsolescencia de la cama, el aspecto envejecido de los aseos u otros muchos detalles que dan a este hospital la apariencia de un dinosaurio enfermo. El Virgen del Rocío, como el de Von Trier, es un ente vivo que en este caso esconde en sí mismo las claves para entender lo que ha pasado en Andalucía. Y que yo resumiría con una palabra: abulia. Ahora que acabamos de conmemorar los cuarenta años de la Constitución, resulta bastante aberrante, diría contra natura, que un partido haya logrado casi cumplir todo ese periodo sin alternancia en la comunidad. Me temo que la preocupación generada por la irrupción de Vox ha logrado desplazar en el debate público el verdadero meollo de lo que ocurrió el día 2: la recuperación del sentido regenerador del ejercicio democrático, que ha dormido la siesta del dinosaurio durante cuarenta años en nuestra región, a pesar de clamorosas amoralidades y de la ausencia absoluta de espíritu crítico.
Está por ver la eficacia del tratamiento. Pero alivia descubrir que la nuestra no era una enfermedad crónica.