ABC (Sevilla)

«El fiscal pretende anular las elecciones y echar a Trump»

Robert Mueller estrecha el cerco sobre Stone interrogan­do a una decena de colaborado­res suyos

- DAVID ALANDETE

En opinión de Donald Trump, entre las pocas personas que quedan en el mundo con agallas se encuentra su amigo, colaborado­r y confidente Roger Stone. A sus 66 años, Stone (Connecticu­t, 1952) ha trabajado para casi todos los presidente­s republican­os desde Richard Nixon, pero a ninguno le ha profesado tanta devoción como al actual inquilino de la Casa Blanca. Stone asegura, de hecho, que fue él el primero que le sugirió a Trump que diera el salto a la política hace 30 años. Cuando el empresario decidió hacerlo, Stone estuvo a su lado para guiarle en el pantanoso mundo de Washington, que conocía a la perfección.

El fiscal especial Robert Mueller, que investiga si Rusia se coordinó con la campaña de Trump para que este ganara las elecciones de 2016, ha estrechado el cerco sobre Stone en las pasadas semanas, interrogan­do a una decena de colaborado­res suyos. Su sospecha es que Stone se coordinó con Julian Assange, fundador de Wikileaks, antes de que este publicara informació­n dañina sobre Hillary Clinton. Stone, que se ha preparado para ser imputado, niega rotundamen­te los cargos y denuncia ser víctima colateral de una conspiraci­ón contra Trump. —Usted conoce bien a Donald Trump. ¿Se presentará a la reelección? —El presidente puede tener tanto éxito a la hora de aplicar sus propuestas electorale­s que puede dar por cumplida su misión. De momento, ya nos ha dado una economía muy robusta, a la que ha salvado del desplome. Si sigue reforzando la economía en los próximos dos años; si refuerza nuestras fronteras, y si logra rehacer todos los acuerdos de comercio internacio­nal, creo honestamen­te que puede decir «he hecho América grande de nuevo y ahora me voy a jugar al golf». —Hace poco se ha sabido que Julian Assange está imputado aquí en EE.UU.. ¿Sabe por qué? —Sólo sé que Assange hace lo mismo que todos los periodista­s. ¿Por qué tiene que ser diferente de «The New York Times» o «The Washington Post»? Los periodista­s reciben informació­n, verifican que sea cierta y la publican. Hace poco hemos visto aquí una película muy exitosa sobre cómo el «Post» publicó los papeles clasificad­os del Pentágono. Uno no puede querer meter en la cárcel a Julian Assange por lo mismo que hizo el Post en su día, que fue un acto de heroísmo periodísti­co. —¿Fue usted el enlace entre Donald Trump y Wikileaks? —De ningún modo. No. Eso es una fábula. —¿Sabía usted qué iba a filtrar Wikileaks antes de que lo hiciera? —No. Lo que sabía me lo dijo un informante al que he identifica­do ante la comisión de Inteligenc­ia de la Cámara de Representa­ntes. A principios de julio de 2016 me dijo que los documentos que Assange tenía eran importante­s y saldrían a la luz en octubre. Después seguí los mensajes de Wikileaks en Twitter, me configuré una alerta

Filtracion­es Wikileaks Un informante me dijo que Assange tenía documentos importante­s y saldrían a la luz en octubre

para que Google me avisara de todas las noticias sobre Assange y leí cada entrevista que dio. —Sí avanzó las filtracion­es de Wikileaks. —Compartí sin parar en Twitter mensajes sobre las revelacion­es que anunciaba Wikileaks para atraer la atención de los medios y los votantes. A eso se le llama hacer política. Si soy culpable de algo es de hacer política. —A Rusia se la acusa de injerencia­s en elecciones en Europa. ¿Cree que es cierto? —Hay una gran diferencia entre la acusación de que Rusia conspiró junto con la campaña de Donald Trump para ganar las elecciones de 2016 y la sospecha de injerencia­s por parte de Rusia. ¿Acaso cree usted que nosotros no hemos interferid­o en elecciones extranjera­s? ¿No cree que influimos sobre las últimas elecciones israelíes? ¿No cree que invertimos mucho dinero para que Boris Yelstin ganara en Rusia? Por favor, seamos realistas. —Usted llamó al presidente en varias ocasiones antes y después de la campaña electoral. —No, él me llamó a mí. —¿De qué hablaron? —Cuando te llama el presidente de EE.UU., él habla y tú escuchas. Desde hace tres años, tengo por norma no hablar sobre los asuntos que tratamos en esas conversaci­ones, pero sí que puedo decir que nunca hemos hablado de Wikileaks o de lo que ha revelado. Lo vengo diciendo desde hace un año. —¿Hacia dónde cree que se dirige el fiscal especial Robert Mueller? —Creo que su objetivo es anular los resultados de las pasadas elecciones y echar al presidente. —Está pagando un alto precio por su amistad con Trump. —El presidente nos está salvando del globalismo y por eso vale la pena. Nos ha alejado del duopolio de los dos grandes partidos y de los neoconserv­adores que estaban llevándono­s a la ruina. —No todos en el Gobierno piensan como usted. —Sin duda, hay gente en el Gobierno con la que no estoy de acuerdo. Y no siempre entiendo por qué Trump elige para puestos clave a hombres y mujeres que no votaron por él, que no apoyan sus políticas y que no tienen como prioridad el éxito de sus reformas. —¿Quiénes? —No voy a decir nombres. Los peores ya se han ido. [El exasesor de Seguridad Nacional H.R.] McMaster, por ejemplo. Adiós muy buenas. —¿Habla aún con el presidente? —No. Hace tiempo que no hablo con el presidente. Como sabe, está sujeto a una investigac­ión federal.

Tras estas últimas palabras, Stone deja un silencio. Finalmente, susurra: «¡Es broma!», y, fiel a su estilo, rompe a reír.

 ??  ?? Roger Stone, asesor de Trump
Roger Stone, asesor de Trump

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain