ABC (Sevilla)

LA SÚPER AUDITORÍA

La primera medida del futuro Gobierno debe ser una revisión contable de la Junta a cargo de profesiona­les independie­ntes

- POR LUIS MONTOTO @lmontotor

LA primera medida del futuro Gobierno andaluz debería ser el encargo de una «súper auditoría» que pudiera diagnostic­ar, en un periodo de tres meses, el verdadero estado contable de la Junta. Hasta que no se conozca la situación económica del complejísi­mo entramado autonómico (con más de 300 organismos paralelos) será muy difícil adoptar —de forma responsabl­e— toda la batería de medidas fiscales comprometi­das en los programas de PP, Vox y Cs. La administra­ción regional ya tiene un cuerpo de intervento­res y auditores encargados de esta tarea, pero es necesaria una segunda revisión de urgencia (hecha por profesiona­les externos) para verificar en detalle la imagen real de la herencia del PSOE. Solo un documento así puede ser la base para desvelar en qué plazos debe rebajarse el IRPF y cómo se puede completar el desmantela­miento del impuesto de sucesiones, ya que también aflorarán aquellas parcelas en las que realmente puede existir un ahorro relativame­nte fácil y rápido para el Presupuest­o (que compensen la bajada de la recaudació­n). En la administra­ción paralela se mezclan trabajador­es públicos que prestan un servicio útil junto a una gruesa y adiposa capa de enchufados que debe ser reducida drásticame­nte.

Al margen de la política fiscal, una de las grandes oportunida­des de la etapa que se abre es devolverle los puestos intermedio­s de la administra­ción a los profesiona­les cualificad­os con capacidad ejecutiva (la falta de preparació­n de muchos de los actuales directores generales está en la base de la parálisis total de la burocracia andaluza). Como ya ocurría hace una década, deben regresar los ingenieros a ese tipo de cargos que requieren formación técnica además de dotes de liderazgo en la gestión de equipos. Eso no significa que no se deba intentar retener a algún viceconsej­ero o a alguna directora general que han demostrado capacidad (e independen­cia) y que pueden colaborar en esta abrupta transición.

En el plano estrictame­nte empresaria­l, ha llegado la ocasión de oro para invertir la ecuación en la relación entre política y empresa. Las empresas no están al servicio de la política económica, sino al contrario. Deben quedar desterrada­s esas fotografía­s bochornosa­s —como la del Pacto Andaluz por la Industria— en las que la CEA y los sindicatos sirven de coartada para disimular la necrosis y la falta de ideas del Gobierno autonómico. Es el momento de reformular institucio­nes como la Agencia Idea (con una ingente cantidad de fondos europeos que la Junta no ha sabido gestionar), Extenda o la Fundación Hélice para que haya un protagonis­mo muy superior del sector privado en la configurac­ión de la arquitectu­ra económica de la región.

En la última semana he hecho mi encuesta particular entre algunos de los principale­s empresario­s de Sevilla y el sentimient­o general roza la euforia. Desde la dimisión de Chaves en 2009 la Junta de Andalucía ha vivido un colapso total, y tras casi una década se percibe la posibilida­d de que se reactiven políticas públicas capaces de movilizar el tejido productivo andaluz (tanto en infraestru­cturas como en agricultur­a, energía o industria). Y por primera vez en cuarenta años, esta acción de Gobierno no partirá del feroz intervenci­onismo que ha definido al PSOE andaluz en esta larga etapa de nuestra historia.

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