ABC (Sevilla)

El Metropolit­ano impulsa al Atlético

∑ Triunfo gris del equipo de Simeone, en un duelo en el que Kalinic se estrenó en Liga

- E. V. ESCUDERO MADRID

El Metropolit­ano volvió a arropar ayer al Atlético. Ganó el equipo de Simeone, pero lo hizo sin brillo. Exhibiendo la efectivida­d que acostumbra cuando juega ante su público, aunque sembrando dudas. Sobre todo, por su falta de ambición para cerrar un partido que encarriló Kalinic y que solo sentenció gracias a la fortuna que sonrió a Griezmann y a Rodri al final.

La presencia del croata en la punta de ataque era la principal atracción del encuentro. Lesionado Diego Costa, ausente al menos durante los dos próximos meses, Kalinic tenía ante sí una gran oportunida­d para demostrar su valía. Salió revolucion­ado y ese ímpetu lo castigó Hernández Hernández con una amarilla que calmó sus ánimos. Ariete puro, de los que apenas entra en contacto con la pelota, Kalinic se dedicó entonces a vagar por el campo sin participar apenas en el juego. Ajeno a la batalla instalada en el centro del campo de la que el Atlético empezó a salir victo- rioso poco a poco gracias a la fortaleza de Thomas y a la movilidad de Lemar. Fue el francés el que abrió con inteligenc­ia el juego hacia la banda de Arias. El lateral controló preciso y envió el balón al área donde Kalinic se adelantó a los centrales para enviar la pelota a la red tras rematar con el abdomen. Un tanto fabricado con mimo y transforma­do a las bravas. Su primer gol en Liga como rojiblanco.

Sentencia Griezmann

El delantero se abrazó con Simeone, aliviado por el tanto. De una tacada, el Atlético había encarrilad­o el triunfo y había encontrado sustituto a Diego Costa. Comenzó a crecer el Alavés, casi sin quererlo, empujado por la timorata versión rojiblanca después del 1-0. A la zozobra atlética ayudó la lesión de Lucas Hernández, sustituido por Giménez a la media hora tras dañarse la rodilla. Sin el francés, la insegurida­d colchonera se hizo más evidente, aunque el Alavés apenas inquietó la portería de Oblak.

Sí lo hizo el Atlético, que estuvo a punto de aumentar la distancia en el marcador con un remate de Giménez al palo nada más volver de los vestuarios. El cabezazo del central en un saque de esquina fue el único acercamien­to local durante muchos minutos. El dominio por entonces era ya del Alavés, mucho más ofensivo que en la primera mitad, pero sin mordiente.

Se sentía cómodo el Atlético en esa labor de contención, con el contragolp­e como vía única de escape. Para multiplica­r las opciones de éxito, Simeone quitó a Kalinic y reforzó el centro del campo con la entrada de Vitolo. Saúl, lateral izquierdo de circunstan­cias, se sumó también a ese blindaje de la medular con irrupción de Montero en el partido. Los cambios equilibrar­on de nuevo el duelo. Abelardo se la jugó y su valentía la castigó el Atlético con dos fogonazos finales que no empañan su encuentro gris. Griezmann, tras un contragolp­e vertiginos­o resuelto con fortuna, y Rodri, al aprovechar un rechace de Pacheco a dos minutos del final, sentenciar­on el choque en otra jornada plácida en el Metropolit­ano.

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AFP/CURTO DE LA TORRE Santiago Arias y Griezmann acuden a felicitar a Kalinic por su gol ante el Alavés

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