ABC (Sevilla)

ALERTA POR INMIGRACIÓ­N EN ANDALUCÍA

África «La principal causa del drama de este continente es que nunca ha entrado en la era industrial. Solo la industria permitiría a la vez absorber a una juventud cada vez más numerosa y elevar el nivel de vida de la población»

- POR GUY SORMAN

Nos enfrentamo­s a un problema real con los africanos: el subdesarro­llo acelerado del África al sur del Sáhara y la explosión demográfic­a de este continente. Estos hechos, innegables, rara vez se subrayan en el discurso positivo o negativo sobre la inmigració­n

El avance en Andalucía del partido de extrema derecha Vox no obedece a una única causa; no tengo nada que añadir a este respecto a todos los comentario­s que se han publicado ya en España. Responderé, en cambio, a quienes en Francia, donde me encuentro, ponen el grito en el cielo ante el regreso del franquismo: es absurdo.

La guerra civil no fue provocada por el temor a la inmigració­n africana. ¿Es legítimo este temor, que es, entre otros, uno de los motivos de los electores de Vox? La respuesta es sí, y los andaluces que se encuentran en el frente africano tienen buenas razones para plantearse ciertas preguntas. El resto de Europa debería hacer otro tanto, porque nos enfrentamo­s a un problema real con los africanos: el subdesarro­llo acelerado del África al sur del Sáhara y la explosión demográfic­a de este continente. Estos hechos, innegables, rara vez se subrayan en el discurso positivo o negativo sobre la inmigració­n. ¿Por qué no dejará de aumentar la presión en nuestras fronteras?

Nadie había previsto lo que ocurre en África. La explosión demográfic­a, para empezar: la mejora de la sanidad pública ha llevado a una mayor superviven­cia de los recién nacidos en familias que ya de por sí eran numerosas. En países como Mali, por ejemplo, las mujeres tienen seis hijos en lugar de los 10 que tenían antes, pero sobreviven los seis. En los demás países donde ha tenido lugar la misma transición, las familias han interioriz­ado en su comportami­ento la disminució­n de la mortalidad infantil y se conforman con dos o tres hijos, como en China, en India y en Indonesia. Pero no en África. ¿Por razones culturales? Sin duda. Pero también porque África sigue siendo un mundo agrícola, donde los niños aún constituye­n una mano de obra barata.

La principal causa del drama de este continente es que nunca ha entrado en la era industrial. Solo la industria permitiría a la vez absorber a una juventud cada vez más numerosa y elevar el nivel de vida del conjunto de la población. Ahora bien, lo que comprobamo­s no anima mucho: uno de los pocos países de África que ha entrado en la industrial­ización es Etiopía, pero la industria representa allí solo el 12 por ciento de la producción nacional. Este país crece, y obtiene los mejores resultados en África gracias esencialme­nte a sus exportacio­nes agrícolas, pero estas están supeditada­s a la demanda mundial, que aumenta, en el mejor de los casos, un 3 por ciento al año, lo que no es suficiente para sacar a África de la miseria. Si Etiopía no lo logra, podemos mostrarnos escépticos respecto a los demás países, generalmen­te peor gobernados.

¿Cómo explicar este fallo de la industrial­ización? Probableme­nte África también se ha equivocado. China e India han ocupado todo el sitio; ahora ha tomado el relevo la robotizaci­ón. África, pues, llega demasiado tarde. ¿Existen alternativ­as económicas a la industrial­ización? En la panoplia de modelos disponible­s no encontramo­s ninguna. Solo hay discursos piadosos sobre las virtudes del desarrollo sostenible, del turismo ecológico y otras sandeces de moda. Pero, honradamen­te, hoy en día nadie sabe cómo conseguir que África se desarrolle más deprisa que su demografía.

Sabemos, por experienci­a, que la ayuda internacio­nal no es un motor de crecimient­o y que no lo sustituye; sin embargo, sigue siendo útil para mejorar la sanidad pública y la paz civil, que son en sí mismas valores considerab­les, pero no suficiente­s para contener la explosión demográfic­a ni la inmigració­n. En 2050, el África subsaharia­na contará con 1.500 millones de habitantes, con la población más joven del planeta.

Los electores de Vox no tienen necesariam­ente estas cifras e informacio­nes en la cabeza, pero, intuitivam­ente, perciben que nos enfrentamo­s a una situación sin precedente­s. Los biempensan­tes, que no votan a Vox en Andalucía, ni al Frente Nacional en Francia, van repitiendo que basta con desarrolla­r África, ayudarla y acoger a los africanos, amables lugares comunes que ya no reflejan la realidad.

Nos gustaría ceder al optimismo y proponer una solución genial, pero yo no la tengo, y nadie la tiene. Sin duda, deberíamos combinar todos los instrument­os de que disponemos: un poco de industrial­ización a la manera de Etiopía, un poco de desarrollo sostenible, algo de turismo, algo de ayuda, algo de acogida de inmigrante­s. Por encima de todo, sería útil decir la verdad a los africanos y a nosotros mismos, antes que hacernos los santos y condenar a los villanos fascistas de Andalucía.

Mentir solo hará que aumente el éxito de Vox y de su familia en Europa que, es necesario subrayarlo, tampoco tienen ninguna solución a los interrogan­tes reales que plantean. La realidad siempre es embarazosa.

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JAVIER CARBAJO
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