LOS MIEDOS DEL CAMBIO
Da miedo que no se quieran ir. Da miedo el ruido que hace un «régimen» cuando se derrumba. Da miedo este PSOE del mal perder
DAN miedo los que nunca son responsables de sus fracasos. Dan miedo la soberbia, la intransigencia, la demagogia y las cuentas que descuadran el mensaje de las urnas. Dan miedo los demócratas que desprecian la aritmética de la política. Dan miedo los sordos que se atribuyen ser la voz del pueblo. Da miedo que no se quieran ir. Da miedo el ruido que hace un «régimen» cuando se derrumba en su ruina. Da miedo la falta de talante, los vetos y la altanería. Da miedo este PSOE del mal perder. Dan miedo los portavoces de la algarada, los pasamontañas y las piedras. Dan miedo los tertulianos de esa radio en modo 14-M. Dan miedo quienes alimentan al monstruo del populismo y se asustan de su reflejo inverso en el espejo de los extremos. Dan miedo quienes no son dignos de su historia. Dan miedo los que insultan a los 400.000 andaluces que votaron a Vox. Dan miedo las izquierdas reaccionarias y las derechas populistas, pero tanto miedo dan los que las azuzan buscando su propio beneficio. Dan miedo los desmemoriados.
Este miedo no es el de aquel niño de once años que esperaba en la Avenida el mar de banderas verde y blancas un 4 de diciembre. Aquel miedo de las palabras nuevas: política, democracia, autogobierno, autonomía, libertad... que saltaban en el estómago y abrían los ojos a la curiosidad. Aquel era un miedo sin miedo al futuro. Ahora, como entonces, tampoco hay miedo al cambio, sino a los que quieren frenarlo. Hay miedo a los que quieren impedirlo desde la izquierda desquiciada. Miedo a quienes quieren bloquearlo para celebrar nuevas elecciones a toda costa, Miedo a los que nos meten miedo. A la frustración. A las consecuencias que conllevan los fraudes electorales. A que atenten contra la esperanza.
Por eso este no es el tiempo de los pusilánimes. De los que sienten vértigo ante el desfiladero del futuro que tienen que conquistar. No es tiempo para los que no estuvieron donde deberían. Ni para los ventajistas, los oportunistas y los chaqueteros que huelen poder. No es tiempo para los que no quieran ocupar su puesto en la historia. No es tiempo para kénedis sin patria. Ni para los intransigentes. Trabajen por la convivencia. No hay lugar para el fracaso cuando queda tanto por hacer. Y no duden. Cumplan con el mandato del pueblo, pacten, sirvan y gobiernen sin complejos para el cambio, esa palabra de la que abusó hasta la perversión el partido de Susana Díaz.