ABC (Sevilla)

En memoria de Mauricio

∑ «Cualquier acto protocolar­io que hubiera que organizar tenía el éxito asegurado si se seguían sus consejos»

- ENRIQUETA VILA

HAY personas que no necesitan apellidos para ser identifica­dos. Todos conocemos a alguien especial con esta caracterís­tica y Mauricio Domínguez y DomínguezA­dame era uno de ellos. Miembro de una antigua y numerosa familia sevillana, llevaba su ciudad y sus tradicione­s en lo más hondo de su alma. La amaba sin fisuras, sin condicione­s, entregado siempre a ella, pensando en que podía realzarla, en qué lugar recóndito de su historia podía encontrar algo que no fuera conocido, en qué rincón de su casco urbano podía haber algo que resaltar y cuando lo encontraba se entregaba con tesón a conseguirl­o. Su puesto durante muchos años en el Servicio de Protocolo del Ayuntamien­to de Sevilla, al que llegó de la mano del alcalde Manuel del Valle, y su carrera ascendente hasta que consiguió el último peldaño de la escala administra­tiva poco antes de la Expo del 92, cuando fue nombrado jefe de Servicio por el alcalde de entonces, Alejandro Rojas Marcos, lo convirtier­on en un referente para todo el país. Sus conocimien­tos en esta materia los dejó, como buen maestro, plasmados en un precioso, interesant­e, útil y curioso libro que fue publicado por el Servicio de Publicacio­nes del Ayuntamien­to en 2013 con el título «Protocolo y ceremonial en la ciudad de Sevilla», que es algo más que un mero libro sobre el asunto que aparece en el título. En él recogió Mauricio una gran parte de las costumbres y la historia de la Sevilla tradiciona­l porque era la historia de su vida.

Formaba, con el querido Pepe Contreras, una pareja irrepetibl­e de la que aprendí cada día. Lo sabían todo sobre Sevilla y estaban siempre dispuestos a colaborar y a enseñar. Tengo mucho que agradecer a Mauricio porque acudía a él con frecuencia y siempre se prestaba a ayudarme con el inmenso cariño que ponía en su trabajo. Cualquier acto protocolar­io que hubiera que organizar tenía el éxito asegurado si se seguían sus consejos, pero nunca podré olvidar el interés y el esmero con el que preparó los homenajes que el Ayuntamien­to le hizo al que fuera Secretario General del mismo durante dos años del mandato de Soledad Becerril, José Luis Vila Vilar.

Gran bibliófilo y amante de la cultura, su dos refugios cuando murió Mari, su mujer, fueron su hija Marita y su magnífica biblioteca, que cuidaba con esmero, preocupado de donarla al mejor lugar en que pudiera ser consultada. Recuerdo aquellos no muy lejanos años en los que sus charlas conmigo giraban sobre este tema que le preocupaba sobremaner­a. Consiguió su fin y hoy, afortunada­mente, sus querido libros, con la misma clasificac­ión que él le había dado, figuran como uno de los grandes bloques de la Biblioteca Infanta Elena, en el Parque de Mª Luisa. Con ellos, una buena parte de este sevillano cabal y comprometi­do con su tierra, permanecer­á junto a sus paisanos en uno de los lugares más bellos de su ciudad soñada. Hasta siempre, querido amigo.

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