Mowgli vuelve a la selva, más maduro y oscuro que nunca
Tras cuatro años de producción, llega a Netflix una lujosa versión del libro de Rudyard Kipling
El pequeño Mowgli, un niño criado por lobos con la ayuda del oso Baloo y la pantera Bagheera, vuelve a la jungla. En esta nueva versión del clásico de Rudyard Kipling, «Mowgli: la leyenda de la selva», no hay animales cantarines, sino un joven que busca su lugar en un mundo hostil, donde no acaba de encajar. «Es un viaje muy complejo a nivel emocional y psicológico. El es algo más oscuro, porque la jungla es un lugar bonito pero peligroso. Es curioso que un cuento escrito hace más de cien años pueda conectar con la audiencia actual y tratar temas como la identidad tan de cerca», reflexiona Andy Serkis («El señor de los anillos», «El planeta de los simios»), director de esta versión de acción real de Warner, ya disponible en Netflix. «Ahora tenemos refugiados, jóvenes que no encuentran su lugar. La próxima generación tratará muchos complejos que Mowgli presenta de forma simbólica. Aborda grandes preguntas que se hacen aquellos que se mueven entre dos mundos cambiantes», añade el realizador en un encuentro con ABC en Londres.
«Es curioso, porque ahora que soy adolescente, veo que esta película tiene un mensaje interesante. A los jóvenes, las redes sociales y demás nos fuerzan a ser de una forma determinada, y este personaje nos enseña que puedes elegir tu propio camino siendo fiel a ti mismo», cuenta Rohan Chand, que da vida a Mowgli. Chand es ahora un adolescente de 14 años, pero empezó a grabar la película con apenas 11. «Andy me ayudó mucho, me guió por la historia de Mowgli y me dio la libertad necesaria para descubrirlo, porque con esa edad no había vivido muchas cosas que él sí», puntualiza el joven, un apasionado de «Star Wars» que ha tenido la suerte de estar rodeado de auténticas bestias de la interpretación: Cate Blanchett (Ka), Christian Bale (Bagheera), Benedict Cumberbatch (Shere Khan), Naomie Harris (Nisha), Matthew Rhys (John Lockwood), Tom Hollander (Tabaqui), Eddie Marsan (Vihaan) y Louis Serkis (Bhoot), entre otros. «Recuerdo que me impresionó su nivel de compromiso, Bale era apasionado, Benedict cuidaba cada detalle, Cate investigó muchísimo», recuerda Chand, que grabó varios meses en un plató de Inglaterra y tres semanas en Sudáfrica.
Pantera a lo Bale
Uno de los procesos más complejos fue convertir a los actores en animales, algo que hicieron con las últimas técnicas de CGI (imágenes generadas por ordenador). «No hay ningún misterio en el uso de estas herramientas, es pura actuación. La tecnología está para capturar los movimientos del actor», explica Serkis. Luego, digitalmente adaptan estos gestos a la morfología de los animales, de tal forma que Bagheera, por ejemplo, no solo tiene la voz de Christian Bale, sino que también se mueve como él.
¿Cambian estas tecnologías el rol del director? «Hay un cambio de herramientas disponibles, sobre todo en proyectos de gran envergadura. Después, cuanto más natural, mejor. Ahora hay tecnología tipo videojuego que te permite crear escenarios a una resolución alucinante, capturar el movimiento de los actores... Todo eso es muy útil, pero la tecnología aún es invasiva. Llegará un momento en que ni siquiera será necesario usar un casco para digitalizar los gestos», vaticina el también actor, que ha encarnado gracias a estas técnicas personajes emblemáticos como Gollum y César.
Las nuevas plataformas también han permitido que una película concebida para emitirse en cines acabe estrenándose en la pequeña pantalla en 190 países a la vez. «El panorama ha cambiado drásticamente desde que empezamos el proyecto, incluso antes de que se hiciese la versión de Jon Favreau de 2016 para Disney, también de acción real. Nos alargamos con la posproducción y en ese tiempo el cine cambió. Hoy hay decenas de taquillazos y las audiencias desaparecen mientras crecen las plataformas. Cuando empezábamos la promoción la compró Netflix. Ahora me parece un movimiento con mucho sentido. Siempre pensé que era una película con más vocación internacional que una película norteamericana más tradicional», sostiene el director.
Sin embargo, no es oro todo lo que ofrece la tecnología. «Hay un peligro, y es que se vuelva superficial y las historias sufran. Esta me gusta porque era como una obra teatral, muchos actores en una sala jugando a ser tigres, animales… Eso es confiar en los actores. Hay una gran tentación, y es que la tecnología sustituya a la sustancia, y la gente no es tonta, no lo apoyará», reflexiona el británico Eddie Marsan, perteneciente a una generación de actores (Cumberbatch, Redmayne) que triunfa en Hollywood: «Parecen unos privilegiados, pero han sufrido más rechazos que cualquiera de vosotros».
Andy Serkis «Es curioso que un cuento de hace más de cien años conecte con la audiencia actual»