LA GRAN MOVIDA
Pérez Galdós resulta actual y adictivo en esto de su descripción novelada de la corrupción, la burocracia, la arbitrariedad, las cesantías o el tráfico de influencias
SI no se sabe cuál es el número de personas que trabajan en la administración pública regional, menos aún puede conocerse las que por su condición política o administrativa podrían perder su puesto debido al cambio de gobierno, pero sin duda serán muchas. Este periódico que me acoge ha calculado con rigor que la Junta emplea directamente a 267.630 personas, de las cuales 268 son altos cargos de expulsión directa y hasta 9.000 en puestos de confianza que se pueden ver en el alero para dar el salto a su trabajo anterior, a una recolocación partidista, a gestionar su agenda de contactos o al paro, todo ello sin contar con las consecuencias de posibles recortes estructurales que es asunto distinto. A resultas de su entronización, Pedro Sánchez no sólo aumentó de 13 a 17 el número de ministerios, sino que una legión de amigos, recomendados y viejas glorias socialistas volvió a poblar las alturas dominantes de «tezanos» y «sevillas» al grito de que nuestras políticas las deben realizar nuestros políticos. Este régimen nuestro tan perfectible ya se ha dicho que derrota hacia el presidencialismo, y si algunodijo preferir la redacción de los reglamentos a la de las leyes, ahora un ejecutivo precario puede más que el legislativo y los jueces. Debe ser que el gobierno y sus burócratas resultan ser esa casta privilegiada»que tiene en sus manos la grande olla donde todos han de comer» en expresión de don Benito. Por cierto, que Pérez Galdós (a 175 años de su nacimiento) resulta actual y adictivo en esto de su descripción novelada de la corrupción, la burocracia, la arbitrariedad, las cesantías o el tráfico de influencias allá por el Sexenio Democrático y la Restauración, que en esto no hemos cambiado mucho. Reconozcamos que los políticos han blanqueado e inflado sus currículo, y los mandamases dicen elegir a los mejores, aunque entre los «mejores» seleccionan a los amiguetes o conmilitones, lavando así la cara técnica, que no la ética. Con esa habilidad que da la ausencia de escrúpulos, rellenó Sánchez las casillas del frondoso organigrama centralista también con importaciones de Andalucía de tal manera que se vestía un santo desvistiendo a quien con rapidez podía reponer el vestuario.
Pero ¡ay!, ahora el fondo de armario está en peligro porque las derechas en Andalucía pueden devolver con creces el sectarismo en todo aquello que sea a dedo o estimen «de confianza», cortando la retirada a migraciones políticas de retorno. Alguno de los afortunados por la instauración sanchista me describió su horizonte madrileño de seis años: «estos dos de Pedro y cuatro más con muletas podemitas o nacionalistas». Pero ahora en el horizonte se avizora la Gran Movida, esa del 26 de mayo próximo con los resultados de elecciones varias y simultáneas, las puertas giratorias enloquecidas, los barandas entrando y saliendo, aquí y allá. Divertido si no fuera tan caro. Y lo paga usted.