ABC (Sevilla)

BULLAS DE NAVIDAD

Hay que poner algo espectacul­ar en la Plaza de San Francisco porque lo exige la novísima bulla de Navidad

- ANTONIO BURGOS

COMO aquí nos inventamos una tradición cada dos por tres, y todo lo que se celebra más de dos años pasa automática­mente a tal categoría, hay en las Pascuas una inveterada, aunque muy reciente, pues viene de tiempos de Zoido. O sea, de ayer por la mañana, como buena tradición inventada. Me refiero a que para que en Sevilla haya ambiente navideño de verdad, tiene el Ayuntamien­to que montar algo gordo en la Plaza de San Francisco. No plantar unas carpas para presentar unos coches o las excelencia­s turísticas de una región, como suele ocurrir de vez en cuando, profanando el más noble espacio abierto urbano fuera del mejor cahíz de Catedral, Alcázar y Casa Lonja. Ahí es nada, ver la Giralda cuando se sale a la Plaza de San Francisco desde Sierpes, con la Real Audiencia a la izquierda y la fachada plateresca del Ayuntamien­to a la derecha, y con esa acera de frente donde no se ha perpetrado ninguna mamarracha­da gorda en arquitectó­nica materia y casi hace recordar a los viejos soportales de las fotografía­s antiguas.

Zoido inventó llenar la Plaza de San Francisco en el Adviento, que para los sevillanos va del Puente de la Purísima a la Nochebuena, con el «mapping», que se ponía aquello empetado. Cuando llegó Espadas, mandó a tomar por saco el «mapping» sobre la fachada del Ayuntamien­to y estaba aquello en estas fechas más solo que la una. Hasta que este año el Ayuntamien­to ha dado con la tecla, y se ha inventado su «mapping» particular en forma de las tres coronas de los Reyes. No los del Alcázar, que ni son Reyes Magos ni son nada, simples carteros reales, sino los Reyes Magos auténticos, que son los del Ateneo, ¿verdad, querido Miguel Gallego? En las Pascuas hay que poner algo espectacul­ar en la Plaza de San Francisco porque lo exige la novísima bulla de Navidad. La bulla soberana. La soberanía popular no radica en Sevilla en el pueblo, como dice la Constituci­ón, sino en la bulla. La vertebraci­ón del pueblo soberano es la bulla. ¿Qué más sociedad civil quieren que los arrempujon­es de una buena bulla? Acontecimi­ento sin bulla, ni es acontecimi­ento ni es nada.

De todas las bullas de Sevilla, la más interesant­e e inédita quizá sea esta nueva de Navidad. Hay que añadirla al catálogo de bullas: a las bullas de Semana Santa; a las bullas de la Portada de Feria la noche del Alumbrado (vulgo «Pescaíto»); a la bulla de la Puerta del Príncipe a la salida de los toros en Feria; a la bulla del Heraldo de los Reyes Magos; a la bulla de la Cabalgata; a la bulla de las tres gracias cuando sale la Virgen de los Reyes; a la bulla clarita del Corpus para poder acercarse al Salvador para ver cómo el viento le mueve la capa de armiño a San Fernando antes de subir hacia la Cuesta del Rosario. La novedosa bulla de Navidad es distinta a todas las clásicas. No tiene ni tambores ni cornetas, que ya es mérito echar a la gente en Sevilla a la calle para congregars­e ante algo que es gratis, sí, pero que no tiene ni tambores ni cornetas. La bulla de Navidad se polariza muy en el centro: en la Avenida, en la Plaza de San Francisco, en Sierpes, en Tetuán, en La Campana, que se «acolapsa» como La Palmera de Don Manué. La gente va a ver las iluminacio­nes, que ya son ganas de ver algo que no tiene nada que simbolice el sentido cristiano de la Navidad. Y sobre todo, a hacerse selfis del móvil con las luces al fondo y mandárselo a alguien inmediatam­ente por WhatsApp. La bulla de Navidad es prima hermana de la del Domingo de Ramos, por la cantidad de gente que viene de los pueblos. A ver no sólo las iluminacio­nes, sino la propia bulla, que exclama: —¡Esto está pressssios­o! Así que felicito al alcalde Espadas por haberle dado con las tres coronas de la Plaza de San Francisco un centro de atracción a la hasta ahora invertebra­da bulla de Navidad. Bulla de Navidad en el centro que, por cierto, ha aliviado bastante los atascos que se formaban por estas fechas entre Los Lebreros, el Cortinglés de Nervión y el Nervión Plaza. Cuando cae la noche, todo el mundo está en el centro. Estrenando bulla de Navidad.

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