PERSONAJES
En estas fechas, no hay villancico como una taza de caldo, ni mensaje de paz como un abrazo
TODOS los años te pasa lo mismo, que te pones a montar el Nacimiento y piensas que los personajes más entrañables están en la calle, cerca de ti, de todos, vestidos con ropa actual y sin querer parecer personajes. Yo sé que el encanto que tienen las figuras de tu Nacimiento es ya, de tanto ponerlas y moverlas, como algo de la familia, que familia te parecen María, José y el Niño; que tío sientes al molinero, y tío al gañán, y primos a la posadera, el leñador, la lavandera, la mujer que va por agua al pozo, los pastores… Son tu familia de un mes al año, pero los quieres como si te hablaran, se movieran y formaran parte de tu diario. Sí, es así, pero los otros personajes que te digo son los que montan la Navidad más necesaria, más inmediata, más sola.
Cuando te has movido por diciembre y has ido de un pueblo a otro, de una parte a otra de la ciudad, has conocido a personas que, sin que ellas te lo dijeran, sabías que formaban parte del más humano Nacimiento de estas fechas. Supiste que mientras otros ajustábamos fecha para una comida, una reunión, unas copas o un viaje, esos personajes se movían recabando ayudas y ayudando. Hay muchos Nacimientos que no vemos, Nacimientos que se montan a la intemperie o en hogares muy fríos, de gente sola y abandonada, hambrienta de todo. Y en esos Nacimientos los personajes son personas, hombres y mujeres, que en cuanto terminan su trabajo —si no están jubiladas—, se dedican a darse, a dar. Personas vinculadas a Cáritas que se pasan semanas y semanas buscando comida, regalos, ropa, para entregarlo allí donde más falta hace. Personas que forman parte de asociaciones que recaban ayuda económica para socorrer carencias de enfermos, ancianos, solitarios… Hermosos son todos los Nacimientos, pero el más hermoso, porque practica el sentido de la Navidad, es el de esas personas que hacen de su tiempo un gustoso compromiso de entrega, de ayuda, de cercanía. En estas fechas, no hay villancico como una taza de caldo, ni mensaje de paz como un abrazo, ni campanilleros más celebrados que una manta que libre del frío, una mano que coge otra mano y unas palabras que dan esperanza, afecto, compañía. Ese sí que es un Nacimiento para no desmontarlo —esas figuras están todo el año dándose—, para que sepamos bien que, después de más de veinte siglos, hay gente que hace posible que, de la mejor manera, nos nazcan la Paz y el Amor. Personajes que saben que en cada necesitado hay un Niño-Dios al que hay que llevarle alegría, regalos, calor. Personajes sin los cuales la Navidad de mucha gente sería una inmensa pena. Benditos los que vienen y hacen en nombre del Amor.