Rumiando consignas
Existe un denominador común entre los que se manifiestan contra Vox y quienes lo hacen contra las sentencias de «la Manada»: todos ellos tienen dificultades para razonar por qué hacen lo que hacen. En ayuda de los segundos han venido dos magistrados del Tribunal Superior de Justicia de Navarra, que en un voto particular sostienen que la «intimidación ambiental» terminó por configurar un delito de agresión sexual, y no de abuso. Mientras muchos acudían al «yo sí te creo» y Pablo Iglesias aportaba su docto e irrefutable «es una vergüenza», la Justicia buscó y encontró jurisprudencia para alumbrar cuarenta folios de sana lógica y concluir que la chica de Pamplona sufrió múltiples agresiones sexuales. El Tribunal Supremo dirá la última palabra, pero los irracionales que se desgañitaban en las calles están de suerte: ya pueden reposar las vísceras y poner en marcha las neuronas. Sin embargo, a los otros, a los antifascistas, no hay tribunal que les ayude. Ellos solitos deben explicar qué es el fascismo, dónde se esconde en España y por qué Vox es un partido fascista. Y no vale afirmar que Vox es fascista porque es fascista o que doce escaños para esa fuerza política son una vergüenza. En estos asuntos, o se poseen argumentos o se forma parte de un rebaño que rumia consignas ridículas. Busque «jurisprudencia» en nuestra historia reciente y elabore sus propios argumentos. Por qué ejercer de rumiante pudiendo ser ciudadano. JACOBO SAUCEDO JIMÉNEZ SEVILLA