Siempre tendré una deuda con Sevilla...
José Luis García Palacios (1936-2018)
∑ Se puso al servicio de las necesidades de una sociedad sevillana que le mostró mucho cariño
En estos días, tras la fatal e inesperada partida de nuestro padre hacia la marisma eterna, hemos recogido el cariño que él sembró durante tantos años de trabajo, dedicación y esfuerzo, así como de amistad con tantos buenos amigos de aquí y de allí, pero todo basado en la humildad, imprescindible: «Nunca hay que creerse que uno es», nos decía siempre.
Él quería que se le recordase no por quién llegó a ser ni por sus logros o reconocimientos; decía que se sentiría feliz si lo recordasen como una persona buena. Nada más. Y nada menos.
Pues bien, en estos días, la sociedad en general nos ha demostrado que su objetivo lo consiguió plenamente, haciéndonos sentir orgullosos, ya que las muestras de cariño venían desde todos los puntos de España y desde todos los estamentos, algo que siempre le importó a él: nadie es más por lo que tenga, sino por cómo es.
Está claro que al haber desarrollado la mayor parte de su labor profesional y su vida en Huelva, ha sido la relación de nuestro padre con la ciudad choquera de lo que más se ha hablado, de lo mucho que nuestro padre trabajó por ella y de lo mucho que consiguió para su ciudad. Pudiera ser que si nuestro padre le dio en vida a Huelva más que Huelva a nuestro padre, en estos días la balanza se ha equilibrado, ya que toda la sociedad onubense se ha volcado. De corazón, gracias.
Pero el verdadero motivo que me ha llevado a escribir estas líneas es el deseo de hacer saber que los últimos veinte años de nuestro padre han sido los más felices de su vida, y en ello mucho ha tenido que ver Sevilla, una Sevilla que desde el primer momento le abrió sus brazos y le hizo sentirse no sólo como un sevillano más, sino como un sevillano de pro. Todo lo que le propusieran hacer para el bien de Sevilla, no lo dudaba ni un momento, se ponía manos a la obra, ya fueran esculturas para personalidades de reconocido arraigo, arreglos de iglesias, colaboración con la Semana Santa, con el Ateneo para la Cabalgata de los Reyes Magos, con nuestra querida Guardia Civil y Militares, o con temas musicales de distinta índole, o con publicación de libros, exposiciones de cuadros… En definitiva, se puso al servicio de las necesidades de una sociedad sevillana que tanto cariño le ha dado.
Y es por ese cariño de verdad que le demostraron, tanto en lo personal como en lo profesional, por lo que nuestra familia siempre estará en deuda con esta ciudad. Y queremos declararlo hoy, tras su partida para reencontrarse con nuestra niña Lola que, según él decía, fue el único pero que le podía poner a la vida. Es verdad que nuestro padre hizo mucho por Sevilla, pero Sevilla le dio tanto o más, y eso se le notaba en lo feliz que fue en la ciudad en estos últimos veinte años. En agradecimiento, siempre nos tendréis a vuestra disposición para lo que Sevilla precise de nosotros. Ahora hemos entendido qué color especial es el que tiene Sevilla: el de la clase y el cariño demostrados.