ABC (Sevilla)

«¡ALTO AHÍ, FORASTERO!»

«Forastero» arraigó en el habla gracias a los doblajes mexicanos y todos sabemos qué significa, aunque nadie diga «forastero» en España

- FERNANDO IWASAKI

LA expresión con que titulo mi columna suena a doblaje de vieja película de vaqueros e incluso a los diálogos de Tiro Loco McGrow y de otros personajes animados de Hannah-Barbera, que en la memoria oral de millones de hispanohab­lantes mayores de 40 años permanecen con sus acentos mexicanos, cubanos y puertorriq­ueños. Cucho de «Don Gato» —por ejemplo— tenía acento yucateco y el gato Jinx hablaba como andaluz. ¿Alguien en España se quedó sin entender a los «Picapiedra»? He querido recordar aquella expresión «¡Alto ahí, forastero!» a propósito de los subtítulos en español peninsular que aparecen en la película mexicana «Roma» de Alfonso Cuarón, porque según los dueños de los cines Verdi los españoles no saben que enojarse es lo mismo que enfadarse.

El «Boom» latinoamer­icano estalló durante el franquismo y a nadie le enojó que Fuentes, Cortázar, García Márquez o Vargas Llosa escribiera­n sus novelas en las modalidade­s mexicana, argentina, colombiana y peruana de la lengua española. ¿Había más tolerancia cultural entonces que ahora? A la luz de la necedad verbal que supone este conflicto, la presunta ininteligi­bilidad entre los hablantes peninsular­es de catalán y castellano se antoja otra polémica política y artificial. En cualquier caso, los populismos de todos los pelajes necesitan enemigos y nada mejor que señalar a los otros, los extranjero­s o los diferentes. ¿Nadie dice «forastero»? «Forastero» arraigó en el habla gracias a los doblajes mexicanos y todos sabemos qué significa, aunque nadie diga «forastero» en España.

En los títulos y diálogos originales en inglés se emplea siempre «stranger» y algunas veces «alien», «outsider», «pilgrim» e incluso «westener», pero casi nunca «foreigner». En cambio, en nuestra lengua «forastero» fue recogida por Nebrija (1495), Covarrubia­s (1611) y el «Diccionari­o de Autoridade­s» (1732), por no hablar de su presencia en los libros de Quevedo, Cervantes y Lope de Vega. En realidad, «forastero» era una voz culta porque venía del latín «foras», mientras que los presos o «germanes» decían «forano», de donde se desprende que «foráneo» es lo más parecido a «foreigner». Como cualquier pirata inglés del siglo XVII prisionero en los calabozos de Triana.

Que en España haya dejado de usarse «forastero» como voz coloquial no tiene por qué abolir su genuina prosapia castellana, pero cuando «forastero» aparece en una película mexicana o argentina los guardianes del nivel A1 de español subtitulan «extranjero», «inmigrante» o «subsaharia­no».

www.fernandoiw­asaki.com

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